
Por Yaneth Estrada
El 12 de marzo de 1977, asesinaron al sacerdote jesuita Rutilio Grande García junto a sus dos colaboradores Nelson Rutilio Lemus y Manuel Solórzano, acción que impulsó a San Óscar Romero -de quien fue amigo- a insistir en una investigar profunda del hecho.
Rutilio Grande nació el 5 de julio de 1928 en el El Paisnal, Aguilares, departamento de San Salvador, al norte de El Salvador, y a sus 49 años le arrebataron su vida.
Grande era párroco jesuita de Aguilares, con profunda vocación social, el día de su asesinato se dirigía a pronunciar la eucaristía a su pueblo natal El Paisnal, Aguilares, para luego continuar la novena a San José, en el mismo municipio de San Salvador.

Cabe destacar que las principales misiones del padre Jesuita era defender a los desprotejidos, y el inmenso amor hacia el prójimo, Rutilio, “Tilo” como le decían los residentes de la zona, fue un misionero que colaboraba con los pobladores de Aguilares y El Paisnal en el proyecto del Reino de Dios Padre.
Las comunidades católicas salvadoreñas , cada doce de marzo recuerdan al padre Grande con misas y cantos, fecha que se conmemora la partida a la morada de quién en vida fue una persona que abogaba por los pobres y los humildes indefensos.
Sin embargo, años más tarde por su ejemplo de vocación, el Papa Francisco autorizó a la Congregación para la Causa de los Santos, promulgar el Decreto que da vía libre para la beatificación del padre jesuita Rutilio Grande, el primer sacerdote salvadoreño asesinado.