Por Guillermo Mejía
El Salvador -Las concepciones tradicionales sobre la democracia persisten en ir al encuentro del ser racional, pensante, dialógico, producto del pensamiento ilustrado que, aunque presente, es disputado por su par emocional, irracional, sentimental, enraizado en profundas visiones estereotipadas y prejuicios sobre la realidad.
En ese sentido, sobre la formación de opinión pública y su relación con la información/comunicación, algunos especialistas advierten que los públicos de sociedades mediatizadas y con presencia de las nuevas tecnologías, tienen muy en común observar el ejercicio del poder que apela al mundo de las emociones más que a una visión crítica de la realidad.
El hecho de que el presidente Nayib Bukele juegue a través de las redes sociales con que es el “dictador de El Salvador” o “el dictador más cool del mundo mundial” precisamente responde a esa lógica imperante en la sociedad contemporánea, situación que lo mantiene en la conversación cotidiana directa o a través de lo mediático, extendida a las redes sociales.
Y, claro, a un guión fabricado con anterioridad. Otros casos son, por ejemplo, Donald Trump, en Estados Unidos; Jair Bolsonaro, en Brasil; Manuel Andrés López Obrador, en México; Rafael Correa, en Ecuador; Nicolás Maduro, en Venezuela; Vladimir Putin, en Rusia; y un largo etcétera. Por supuesto, cada quien lo hizo/lo hace a partir de intereses de grupo.
Nos recuerda el profesor universitario argentino Carlos Fernando De Angelis, autor del libro Nueva opinión pública: Política y sociedad (Editorial Teseo, 2021), que el fenómeno se inserta dentro de la opinión virtual, una cuarta etapa de la formación de opinión pública, surgida hacia fines del siglo XX y que se expresa principalmente en las aplicaciones de las tecnologías de la info-comunicación.
“Se trata de comunidades, foros y espacios de publicaciones de ideas como periódicos online (con la participación del electorado), blogs, redes sociales, periodismo ciudadano, entre muchas otras. La opinión virtual se caracteriza por relaciones despersonalizadas, muchas veces anónima, con la desaparición de los límites entre lo público y privado”, afirma De Angelis.
“Se desata allí una puja entre múltiples actores por hacerse oír en espacios globalizados. La renovación permanente de formatos en el ámbito virtual haría que cualquier descripción se vuelva obsoleta en poco tiempo”, dice el autor para ilustrar esa etapa donde imperan las descargas emocionales, en cualquier dirección, que también son correspondidas con descargas irracionales.
Y orienta: “La opinión virtual subsume a las otras tres etapas en su formato. Circula información especializada de pago para públicos específicos (propia de la etapa ilustrada), una extendida militancia social y política que se expresa en las redes (opinión gritada), y técnicas buscan sondear, “extraer” o “minar” la opinión pública inscripta en los sistemas virtuales (opinión sondeada)”.
En El Salvador, somos testigos del derroche emocional a través de las redes sociales, privilegiadas en su relación información/comunicación por el presidente Nayib Bukele como también por sus seguidores activos o detractores también activos, que incluso –en alguna medida- condicionan la cobertura inmediata de los medios de comunicación tradicionales. Ante la mirada optimista de los que secundan la democratización de la información/opinión por la presencia de las nuevas tecnologías o, al contrario, la mirada pesimista que insiste en la banalización del ejercicio de la libertad en detrimento de la perspectiva crítica del conocimiento, para el caso la circulación constante de la falsedad, el acoso y la descalificación.
Creo importante traer a colación algunos datos arrojados por la reciente encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana (UCA) sobre la recepción de medios de comunicación social en la sociedad, para establecer los espacios que son fuente principal de la información sobre lo que publica Bukele que es vista, oída o leída por los salvadoreños.
Cuando le preguntaron a los encuestados con qué frecuencia lee, ve o escucha información sobre las acciones y el quehacer del Gobierno que publica el presidente Nayib Bukele, las respuestas fueron: siempre (35.8%); una o dos veces por semana (26%); rara vez (27.5%); y nunca (10.7%).
¿Y qué medio es el que más utiliza…? La respuesta de los que leen, ven o escuchan información sobre el quehacer del Gobierno que publica el presidente Nayib Bukele: periódicos impresos (1.8%); radios (2.6%); televisión (36.5%); periódicos digitales (2.7%); redes sociales (54%); y otro (2.4%). Acá es bueno resaltar el dominio de las redes sociales junto a la televisión, el predominio de lo emocional es evidente.
De los periódicos que utiliza, pero solo de los que privilegian los impresos: Diario El Salvador (33.3%); El Diario de Hoy (19%); periódico Mi Chero (14.3%); periódico Más! (14.3%); La Prensa Gráfica (9.5%); Diario El Mundo (4.8%); y no recuerda el nombre del periódico impreso (4.8%). No está de más consignar el consumo mayoritario del periódico oficial, así como de los rotativos sensacionalistas.
Para los que tienen como medio a la radio están, por ejemplo, las emisoras más escuchadas: YSKL La Poderosa (20%); Nacional (16.7%); y La Chévere (13.3%). También se puede decir que el consumo de radios es dominado por una radio muy complaciente con el gobierno, otra que es una radio oficial del gobierno y la que está en control del Estado por la corrupción del ex presidente Tony Saca.
En cuanto a los que privilegian la televisión: los Canales 2, 4 y 6 de TCS suman (54.8%); Canal 12 (16.1%); Canal 10 (12.2%); y Canal 21 (9.5%); entre los principales. Por supuesto, la hegemonía es de los canales comerciales que hacen negocio con el gobierno y la llevan en paz, a lo que se suma el propio canal oficial.
En el consumo de los medios digitales como opción, que representa (2.7%) se reparten los primeros lugares: El Faro (29%); El Diario de Hoy (19.4%); La Prensa Gráfica (12.9%); y Diario El Salvador (9.7%). Como se nota, los tres primeros con una política editorial en abierta disputa con el gobierno de Nayib Bukele, más la versión digital del periódico oficial.
En las redes sociales, los consultados que privilegian esos espacios: Facebook (85.2%); Twitter (11.9%); e Instagram (2.9%). Los de la categoría de ese otro medio de comunicación: You Tube (96.3%); e Internet/Google (3.7%). De hecho, la red social más representativa de lo informativo sale en un lejano segundo lugar, mientras el dominio es de la red social miscelánea.
En general, pues, son las redes sociales –y no las que abundan en información periodística-, así como la televisión comercial que hace negocios con el gobierno de Nayib Bukele –y claro, lo trata con algodones- las que consultan los salvadoreños, para estar “informados” del quehacer oficial, a eso se suman otras radios y televisoras privadas que están siendo administradas por el Estado en casos judiciales abiertos por corrupción y que son espacios que más que información destilan propaganda oficial.
Lamentablemente, las opciones alternativas no son mayoritarias en el consumo de medios y es bueno recordar el fracaso de la iniciativa sobre los medios públicos, durante el gobierno de Mauricio Funes, del FMLN, que pretendía que tanto la radio Nacional, la radio del ejército, como el Canal 10 dejaran de ser espacios explotados propagandísticamente por el gobierno de turno. Al contrario, que pasaran a ser espacios de la sociedad civil, con autonomía, a fin de hacer valer el derecho a la información y la comunicación, pero que nunca prosperó en la Asamblea Legislativa. Al final, fue abandonada por los respectivos gobiernos del FMLN por miedo al empoderamiento ciudadano, algo que ahora la oposición a Bukele demanda a los cuatro vientos. Qué ironía.
El colmo de los colmos es que en el gobierno de Bukele se ha potenciado el papel propagandístico de Radio Nacional y el Canal 10, con el Noticiero El Salvador, así como con recursos públicos se sacó el Diario El Salvador, en una asociación mero enredada para evitar su fiscalización desde la Corte de Cuentas de la República, aunque de todos es conocido la inoperancia de la misma por la prostitución de los políticos.
En conclusión, la lucha por el control emocional desde los actores políticos está a la orden del día y en El Salvador es una de las acciones 24/7 –como le gusta decir al mandatario y sus funcionarios- del gobierno si no veamos la conquista de espacios informativos, entre ellos los de los mismos medios tradicionales, que no dejan ni un instante de reproducir lo que se dice en las cuentas de redes sociales oficiales, en especial la de Bukele. El presidente lo sabe y solamente le pone cebo al pez.