Redacción Voz de la Diáspora
Chile vive este domingo una jornada electoral que marcará su destino durante las próximas décadas. A casi tres años del estallido social de octubre de 2019 que abrió paso a un proceso constituyente, unos 15,1 millones de electores están convocados obligatoriamente a las urnas para aprobar o rechazar la propuesta de nueva Constitución.
Con aspectos clave como la definición de un Estado social y democrático y la incorporación de nuevos derechos económicos y sociales, la propuesta asegura la igualdad entre el hombre y la mujer en diversos ámbitos y tiene un marcado acento ecológico.
Pero posee también aspectos que han dividido a la sociedad chilena. En un país con un 13% de indígenas, los críticos consideran que la introducción del concepto de plurinacionalidad exacerba la identidad de los pueblos originarios.
Hay dudas además sobre los cambios en el sistema político, que incluye el reemplazo del Senado por un órgano de menos nivel y un Poder Judicial que pasaría a llamarse Sistemas de Justicia.
Hace dos semanas que no se conocen sondeos, porque la ley prohíbe publicarlos hasta 15 días antes de la cita con las urnas. La sociedad chilena está a ciegas sobre el movimiento de las tendencias. De acuerdo a los últimos conocidos, el rechazo estaba entre ocho y 11 puntos por encima de la aprobación.
El lunes, Chile emprenderá un camino complejo que desafiará a toda la clase política y a la institucionalidad chilena.
El domingo por la noche habrá un país partido en dos que deberá ponerse de acuerdo sobre el camino a seguir. Especialmente delicada será la posición del Gobierno de izquierda de Boric, que con menos de seis meses en el poder y casi cuatro años por delante tomó la decisión de apostar abiertamente por la aprobación de la nueva Constitución.
“En cualquier escenario, el Gobierno tendrá que liderar el cambio a través de los partidos políticos”, dice Axel Callís, “pero si gana el rechazo por mucha diferencia de votos, el programa y la legitimidad de Boric estarán en cuestión”. Cualquier sea el resultado en el plebiscito, La Moneda tiene grandes desafíos por delante.