Por Alberto Barrera
Cine – He disfrutado de nuevo películas que me impactaron y aseguraron mi admiración por la belleza del cine. Historias dirigidas con arte y conocimiento, estilo y capacidad de actores y actrices, además con estupendas bandas sonoras.
No sé cuántas veces he visto Doctor Zhivago, Cinema Paradiso y Notting Hill, películas de distintas épocas, pero las disfruté enormemente y me hicieron recordar desde la primera vez que las vi y cómo me siguen emocionando, me provocan tristeza o risas por escenas en el tercer filme mencionado.
Desde mi niñez llegan recuerdos memorables de películas que se exhibían en las decenas de salas de cinc que hubo en San Salvador y en las que cada día los aficionados y cinéfilos se deleitaba con producciones del séptimo arte.
Todo ha cambiado. Hoy desde la sala, cama o un lugar cómodo en casa se puede conectar a plataformas en internet y ver películas clásicas o modernas que entretienen, proyectan arte y nos hacen olvidar momentáneamente la realidad acuciante.
No me ha importado haber pasado más de tres horas viendo, otra vez, Doctor Zhivago una producción de 1965 que ganó cinco Oscares de la Academia de Hollywood. Aplaudo de nuevo la belleza de la fotografía por la cual fue premiada, la genialidad del director, la calidad de la producción y las actuaciones excelentes de sus protagonistas.
Desde fines de los 50 disfruté momentos en que me sumergí en la oscuridad de las salas de cine para ver y aprender. Mi atención solo se desviaba cuando la llegada tardía de uno de los espectadores, que él mismo anunciaba con un grito: “ya llegué hijos de p…” y recibía una andanada de improperios.
Confieso que en mi inocencia salté de alegría cuando en viejos western escuchaba la trompeta de los soldados que auxiliaban a sus compañeros que perdían la batalla y en un santiamén acababan con los malos, los indios salvajes como les llamaban los blancos. No sabía que ellos eran los pobladores originarios desplazados de sus tierras violentamente para dar paso a “la civilización” de los europeos.
También me emocioné con el grito peculiar del fantástico Tarzán “el hombre de los monos” en espesas selvas africanas, aunque después me enteré que muchas escenas nunca fueron realizadas en junglas si no que eran simuladas. Fantaseaba en la alfombra voladora del “Ladrón de Bagdad” y me impresionó en “Los Diez Mandamientos“, cuando Moisés abrió el Mar Rojo para que los hebreos escaparan de los egipcios del faraón Ramsés II. Años después en una visita a los estudios Universal de Hollywood un guía contó cómo fue filmada la escena y mostró la pequeña pileta en la que la crearon. Se me acabó el encanto.
Doctor Zhivago
Durante semanas en las que estuve postrado por una operación quirúrgica en mi rodilla disfruté de nuevo las producciones cinematográficas: el drama épico romántico Doctor Zhivago, el también drama con la historia del cine Cinema Paradiso y la exitosa comedia romántica Notting Hill.
En 1917 la revolución bolchevique en Rusia mantiene a ese inmenso país dividido. En medio de ese sangriento conflicto el drama íntimo de un hombre, el médico Yuri Zhivago (Omar Sharif, actor egipcio muerto en julio 2015 a los 83 años), poeta y cirujano, marido y amante, de Tanya esposa y Lara, la mujer de quien se apasiona desenfrenadamente.
Su historia nos conduce a las vicisitudes de la guerra en la que como médico es obligado a estar en los frentes de guerra atendiendo víctimas y con ello el abandono a su familia. Contrae matrimonio con Tanya (Garaldine Chaplin, hoy de 80 años) pero es reclutado para atender en los frentes de guerra. Conoce a Lara (la bella Julie Christie, 84 años) y alejado de su hogar se enamora profundamente.
El intenso drama romántico es afectado por la guerra y la felicidad se aleja de los protagonistas. Los espectadores les compadecemos, quizá olvidando los horrores que provoca el sangriento conflicto en la población, aunque al final las tropas del Zar son derrotadas y triunfan los rebeldes, pero con altos costos y la instauración de un duro régimen que plasmó el escritor de la novela Boris Pasternak en la que se basó el guión.
La película de 197 minutos fue dirigida por el británico David Lean, fallecido el 16 de abril de 1991 a los 83 años y la hermosa música fue compuesta por el francés Maurice Jarre, fallecido en marzo de 2009 a los 84 años, en la que la música, especialmente el “Tema de Lara” que me evoca nostalgia al recordar a Conchita, la mamá de mi hermano Guillermo, se volvió emblemática aunque no fue premiada.
Las filmaciones se rodaron principalmente en España. Fue una coproducción entre Metro-Goldwyn-Mayer y el italiano Carlo Ponti. Una histórica producción que la entonces URSS y seguidores descalificaron por las implicaciones políticas acerca de la revolución bolchevique y lo que significó en ese inmenso país y el mundo en el siglo XX.
Cinema Paradiso
Cuando vi esta película en 1990 en Caracas, donde estaba cubriendo uno de los encuentros de diálogo entre el gobierno salvadoreño y la guerrilla del FMLN que puso fin al conflicto armado en enero de 1992, lloré de emoción. Muchos críticos la consideraron un melodrama, pero me impactó porque coincido en que es una historia de amor por el cine.
La vida del niño Salvatore transcurre en un pueblecito italiano en el que el entretenimiento para sus habitantes es ir al cine. El personaje es atraído al extremo por las imágenes en movimiento y comienza su amor por la magia del cine. Alfredo (Phillippe Noiret, fallecido de cáncer en Francia el 22 de noviembre de 2006 a los 76 años) es el operador de los proyectores de las películas y accede a enseñarle su trabajo.
Cinema Paradiso me impactó también porque Salvatore recogía los trozos de celuloide y en su casa jugaba a proyectar las imágenes. Curiosamente eso coincide con mi afinidad por el cine, pues también recogía los pedazos de película que el operador del Cine Balboa de Mejicanos desechaba en los 60 y los lunes había muchos en los barriles de basura de la pequeña sala en el centro de esa ciudad.
En casa juntaba los pedazos de película y en una caja de botes de leche Ceteco le abría dos hoyos, uno para colocar una lámpara de mano y en el otro un lente de aumento, en medio pasaba los trozos de celuloide atravesados por el haz de luz de la lámpara y las imágenes se movían proyectadas en una improvisada pantalla blanca en una pared.
Salvatore cree ciegamente que el cine es magia; pero, un día, Alfredo le revela los misterios y secretos que se ocultan detrás de una película, y observa al cura censor de “escenas prohibidas” que eran los besos apasionados entre amantes. Llega el momento en que el muchacho abandona el pueblo y busca enrumbar su vida. Treinta años después recibe un mensaje de su madre quien le comunica que debe volver a casa.
Filmada y estrenada en 1989 en Italia con guión y dirección de Giuseppe Tornatore y música compuesta por el laureado Ennio Morricone (fallecido en Roma el 6 de julio de 2020 a los 91 años), quien compuso bandas sonoras de más de quinientas películas. Morricone recibió en 2006 un Óscar honorífico y en 2016 ganó el Óscar a la mejor banda sonora por la cinta The Hateful Eight.
Cinema Paradiso ganó en 1989 el Oscar a mejor película internacional y el Globo de Oro a mejor película de habla no inglesa, y el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes ese mismo año.
Al verla de nuevo esta vez no lloré, pero me emocioné al repasar la historia del cine a través de las imágenes en el premiado filme, aunque hubo críticas duras de los especialistas.
Notting Hill
Esta es una deliciosa comedia romántica de 1999 dirigida por Roger Michell. Los actores principales son la bella Julia Roberts (56 años) y el inglés Hugh Grant (63 años).
Es un moderno cuento en el que la princesa, la famosa estrella de cine Anna Scott y William Tacker, dueño de una pequeña librería en el pintoresco barrio londinense Notting Hill, se conocen cuando ella de incognito llega en busca de una lectura, pero un abusivo intenta robarse un libro y ella lo reprende cuando le pide un autógrafo. Así comienza historia de amor de ambos con final feliz, pero con algunos contratiempos y situaciones divertidas.
Fue un gran éxito de taquilla que impulsa los sueños de muchos por conocer gente famosa y las sonrisas aparecen a cada momento de la cinta. Los críticos la elogiaron y consideraron que fue una acertada elección de sus protagonistas, aunque también destacan a personajes secundarios que gustaron al público.
La banda sonora fue exitosa aunque los dos temas principales Notting Hill y Will and Anna del sudafricano Trevor Jones no destacaron pues famosas canciones como She de Elvis Costello, Ain´t No Sunshine de Bill Withers y How Can You mend a Brocken Heart de Al Green, grandes éxitos en sus respectivas épocas, volvieron a triunfar entre los espectadores. Pero en general las 15 canciones de la cinta fueron un éxito con la película.
La he visto varias veces y siempre me causan risa algunas escenas. Esta vez la disfruté desde la cama en mi tableta, no desde la pantalla de la tv o en la de la sala de cine, como ha sido desde que el cine apareció a finales del siglo XIX.