Por Sergio Rodríguez y Alberto Barrera
Dallas – Antes, durante y después del partido de fútbol entre El Salvador y México en la Copa Oro hubo fiesta, algarabía deportiva y camaradería entre aficionados de ambos equipos nacionales. Gente nuestra y mexicana, inmigrantes en su mayoría, que llegaron al enorme estadio Cotton Bowl en Dallas, Texas.
“Normalmente ha habido peleas, pero fue un buen ambiente; como debe ser”, comentó Sergio Rodríguez narrador y comentarista deportivo de la emisora YSKL que lo envió especialmente a la cobertura del evento futbolístico.
Afuera y en las graderías del estadio predominaron el azul y el verde, pero en la cancha el blanco de la selecta y el rosa y negro del “tri”, aunque su nuevo jersey solo tiene dos colores y la inspiración del arte textil de los pueblos originarios mexicanos.
La entonación del himno nacional estremeció el estadio por el coro de miles de salvadoreños henchidos de orgullo y emoción. Roque Dalton lo dibujó en su “Poema de Amor” al escribir: “los que lloraran borrachos por el himno nacional…” A muchos se nos puso la carne de gallina al escucharles cantar a todo pulmón.
Pese a la derrota 0-1 de la selecta, los salvadoreños no decayeron en ningún momento. Cantaron, bailaron y agitaron banderas, lucieron sus playeras con los colores nacionales y vivaron a los integrantes del combinado.
Clásicas gorras azules y blancas y sombreros mexicanos, vinchas, así como mujeres y hombres envueltos en banderas de ambos países, bailaron mientras hacían fila para ingresar al estadio. No faltaron pitos que acomodaban el ambiente deportivo de festejo.
Solo se reportó un incidente cuando dos aficionados, uno de cada equipo, se liaron a golpes en los graderíos, manchando levemente el buen ambiente.
Clasificados a la segunda fase del torneo, ambos equipos buscaban el liderato y pusieron su empeño en lograr los tres puntos, aunque a los salvadoreños con el empate se mantenían en la punta del grupo A de la Copa.
Son históricos los choques entre salvadoreños y mexicanos, con una notable superioridad de los vecinos del norte, pero siempre hay una espina que sacar. Las victorias de la selecta son contadas y México es una potencia regional y se le ve con respeto en partidos amistosos, torneos o copas del Mundo, en las que han tenido participaciones importantes.
Narradores y comentaristas salvadoreños, como José Hernández y el ex futbolista Mauricio Cienfuegos, en el canal deportivo TUDN de la cadena hispana Univisión, aludieron que la presencia mayoritaria de los aficionados guanacos fue histórica.
Normalmente México es local en partidos que juega en Estados Unidos, pero la noche del domingo fue superado por El Salvador en el Cotton Bowl con capacidad para 92,000 aficionados, pero por restricciones debido a la pandemia COVID-19, los organizadores solo permitieron un poco más de 45,000 personas.
Un narrador mexicano de la misma cadena dijo que fue un 60 por ciento de salvadoreños y 40 por ciento de mexicanos asistentes al encuentro en el que el Tri concluyó exhausto y casi cediendo el liderato ante la selecta que se esmeró mucho en los últimos 30 minutos del encuentro.
Un tiro libre cobrado desde fuera del área por el lateral izquierdo, Alex Larín, estuvo a punto a lograr la paridad a minutos del final, pero el balón fue al poste ante el paralizado arquero Talavera. Su contrincante, el salvadoreño, Mario González fue el jugador más valioso de la selecta.
El torneo sigue y El Salvador está en el selecto grupo de los ocho equipos mejor evaluados de la Concacaf. Se miden posibilidades ante las eliminatorias para representar a la región en la Copa del Mundo que se realizará a finales de 2022 en Catar.