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El fenómeno denominado Azoro

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Por Lauri García Dueñas

El teatro nos encara con la condición humana y nos muestra qué pasa en las profundidades de una sociedad. Esta premisa es encarnada por la compañía salvadoreña Teatro El Azoro integrada por las salvadoreñas Alicia Chong, Egly Larreynaga y Paola Miranda y la española Pamela Palenciano Jódar.

En este mes de julio, pude tomar una sobredosis de sus obras pues pude repetir “Los más solos” en el auditorio de FEPADE el jueves 4; presenciar el necesario monólogo  “No solo duelen los golpes” en La Casa Tomada el viernes 12 y quedarme impávida frente a “El fenómeno” en el Teatro Luis Poma el jueves 18.

El teatro en El Salvador está en momento de ebullición gracias al trabajo de decenas de actrices, actores, dramaturgos, directoras, directores, técnicos, gestores y promotores; existen compañías con 25 años de trayectoria como TNT, el mismo Azoro ya cumple ocho años y muchísimos más artistas están contribuyendo a que el nivel de esta expresión artística sea verdaderamente atractiva para el público salvadoreño.

“Los más solos”

“Los más solos” tuvo un halo melancólico y de intensidad pues Pamela Palenciano Jódar regresó al país unos días y se incorporó al elenco original que había estado reforzado por Ana Ruth Aragón (encantadora y precisa en su papel de monja), integrándose a una obra que fue una de las primeras de esta agrupación, así también, su director Luis Felpeto estará viajando a España próximamente y despidiéndose de los escenarios nacionales por un tiempo. 

Esta puesta en escena cuenta las vidas de Cerebro, Choreja, Víctor y Levy, cuatro reclusos del pabellón penitenciario del hospital psiquiátrico, y está basada en la crónica del periodista Carlos Martínez “La caverna del Choreja”, publicada en 2012.

Choreja es un hombre que en una borrachera perdió un pedazo de oreja y cabeza y mató a su compadre. Cerebro es un hombre atormentado por las culpas e imágenes de la guerra. Víctor, un parricida cuya pierna y cuerpo están descomponiéndose para llevarlo a la muerte y Levy, un criminal que intenta llamar la atención como un niño. Pero si bien estos cuatro personajes y estas cuatro actrices cuentan historias terribles y particulares de sujetos específicos, también narran, mediante el cuerpo y la voz, la historia de un país desmembrado por la violencia, el dolor y la injusticia. La escena que más me impresionó es en la que las actrices recrean a toda velocidad los trastornos obsesivos compulsivos y neuróticos de los reos y la soledad nocturna de cada uno en su catre.

“No solo duelen los golpes”

Es un monólogo de Pamela Palenciano que también ha devenido en el libro escrito por ella y el escritor salvadoreño Iván Larreynaga, “Si es amor no duele”,  el cual ha sido publicado por la editorial española Alfaguara y ya suma siete ediciones. La obra se ha presentado frente a centenares de personas y, por su contenido fuerte de denuncia contra el machismo,  la actriz y su trabajo han sufrido acoso y persecución en España.

Una de las cosas que más me impresionó de esta pieza fue el impacto telúrico que tiene en el público, sobre todo en nosotras las mujeres, quienes nos sentimos comprendidas, acompañadas y confrontadas, pero también pude contemplar cómo un señor de la tercera edad no podía levantarse de su asiento de la impresión y su hijo intentaba ayudarle a recuperarse.

Y es que a uno le pueden pasar muchas cosas con este monólogo, pero nadie puede salir impune. Se trata de la historia de ocho años de violencia psicológica y física contra una mujer joven pero, sobre todo, de la denuncia a un sistema económico y de roles y estereotipos cómplices, donde la violencia de género se convierte en una telaraña, pero donde también hay víctimas claras y privilegio y poder y agresión de los hombres.

Todo esto plagado de humor, emotividad y una velocidad que te hace comprender de tajo lo que tal vez estábamos queriendo obliterar. Al final, no hay moralismo, porque queda claro que la víctima, gracias al dolor, también puede reproducir las mismas conductas que la dañaron. Es difícil quitarse la chaqueta de la violencia.

“El fenómeno”

 Me llegó la hora de quedarme en una sola pieza. Tuve que fumar al salir y eso que ya casi no fumo. Alicia Chong, Egly Larreynaga y Paola Miranda, mediante una sátira rabiosamente incisiva, descorrieron el velo de dos candidatos a la presidencia, y uno a diputado, a quienes solo les interesa el poder y denuncian un tinglado de asesores en comunicación que utilizan la perversidad y la estupidez como su leitmotiv.

La dramaturgia es del mismo Luis Felpeto, Carlos Martínez y Cristian Villalta, con la presentación especial del músico Fernando González Vides y la colaboración de María Elisa Parker.

La obra tiene una producción y un trabajo audiovisual de mucha calidad y precisión, que lleva la ironía hasta su máxima tensión. Destaco la intensidad y plasticidad corporal de las actrices que, como en “Los más solos”, internan al público en la historia y pasan de personaje en personaje con una fluidez propia de años en el oficio.

Uno se ríe, asusta y atormenta de lo cruda que puede ser la realidad en este país. La escena de la que me tuve que recuperar durante días fue la inicial, en la que tres pandilleros destrozan a una mujer entre las sombras.

Tal vez, precisamente por esta escena, me queda la pregunta de si en este teatro testimonial cabe la apología de la violencia o es necesario llevar hasta las últimas consecuencias la interpretación de la realidad del país. Mientras pienso en ello, solo me queda recomendar el trabajo de esta compañía y seguir celebrando que el teatro salvadoreño tiene una calidad de altos vuelos.

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