
Fotos: Voz de la Diáspora/Cortesía.
María T. Morales
Las preguntas son muchas, y las respuestas quizá nunca llegarán completas ante el lamentable episodio de la invasión al Capitolio que dejó cuatro víctimas mortales.
El «6J» por sus siglas en inglés, (January 6) traducido al español significa 6 de enero, quedará grabado para siempre en millones de estadounidenses y en todo el mundo por el inaudito capítulo de violencia y altanería con que irrumpieron seguidores de Donald Trump, presidente de la primera potencia mundial.
Me pregunto, en primer lugar: ¿qué falló en el sistema de seguridad del edificio del Capitolio?, ¿No tomaron en serio las amenazas del presidente?, ¿subestimaron a los fanáticos, a pesar de sus antecedentes?
Y más, ¿por qué no se tomaron medidas de seguridad, por lo menos, 24 horas antes de la sesión?, representantes y congresistas ya han responsabilizado por el caos al mismo Trump.
Pero, de invocar la enmienda número 25 de la Constitución, que establece la sustitución del presidente, ya sea por enfermedad u otros aspectos, será el vicepresidente quien asumirá el poder?, y de suceder esto, Trump, simplemente saldría bien librado, ya que sería exento de responsabilidades en caso de que le declaren una incapacidad mental, como ha sucedido en muchos casos de pistoleros que dispararon a mansalva.
Así el panorama, no estaría muy lejos de que la toma del edificio del Capitolio solo pase a ser un triste episodio, que por un día, nos hizo olvidar la pandemia por COVID-19.
No estaría muy lejos de que el «6J» pase a ser un día más que muestre al mundo que cualquier loco puede comprar, portar y usar armas de fuego en los Estados Unidos, sin temor a enfrentar la silla eléctrica o la inyección letal. Al final, la locura los salva.
Lamentablemente, hemos sido testigos de masacres, atentados en escuelas, Iglesias, parques, centros comerciales y nada ha cambiado.
El «6J» ya habló y la tarea no es tan sencilla; aprender la lección requerirá de mucho valor.
Valor para aceptar que cada día la democracia del primer mundo ya no es ejemplo para el llamado tercer mundo.
Valor para enfrentar y frenar completas mentiras y verdades a medias.
Valor para mostrarle al mundo que en los Estados Unidos no todas las noticias son «fake news». Y, mucho valor para construir confianza en medio de la desconfianza, orden en medio del caos, amor en vez de odio.
La lección está lista, la tarea no es fácil, la clase política, sociedad en general y líderes de todos los movimientos deben comenzar a despertar antes que la pesadilla se vuelva una realidad.
«Las armas no son el camino para reclamar», «la violencia no paga», «somos una vergüenza para el mundo», han dicho políticos en Washington. Solo esperemos, como dicen en mi pueblo «que no sea del diente al labio».
«Porque aquí han matado hasta presidentes, y NUNCA ha pasado nada».