Por Ana María González
Latinoamérica católica no es la única que conmemora a sus difuntos a princpios de noviembre. Al otro lado del continente Américano, del 31 de octubre al 2 de noviembre, los residentes del sudeste de Estocolmo también asisten a Skogskyrkogården para visitar a sus muertos.
Según la Iglesia Cristiana Sueca; la tradición celta celebra el festival de la cosecha y el Año Nuevo el 31 de octubre «Samhain», la misma fecha en que se celebra Halloween.
Samhain es la festividad de origen celta más importante del período pagano en Europa hasta su conversión al cristianismo, en la que la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre servía como celebración del final de la temporada de cosechas en la cultura celta y era considerada como el «Año Nuevo Celta», que comenzaba con la estación oscura.
Es tanto, una fiesta de transición (el paso de un año a otro) como de apertura al otro mundo. Su etimología es gaélica y significa «fin del verano». Los celtas creían que la frontera entre el mundo de los vivos y los muertos era muy delgada.
Las celebraciones cristianas entre octubre y noviembre se remontan a finales del siglo IX. Luego que el monje Odilón de Cluny instituyó el festival del Día de Todas las Almas el 2 de noviembre de cada año. Al igual que con los celtas, esto fue en el cristianismo un día en que se conmemoraría a los muertos.
Más de mil años después, cientos de personas viajan a Estocolmo y realizan la peregrinación hasta Skogskyrkogården para conmemorar a sus muertos.
Hoy en día, más de 50 mil personas asisten en la oscuridad de noviembre con sus velas funerarias que brillan entre los pinos en el Cementerio de Skogskyrkogården, Tyresö en Estocolmo, Suecia para recordar o realizar una oración a los seres queridos que ya no están con nosotros.