Por Alberto Barrera
México – Dos veteranos periodistas: Josetxo Zaldua del diario La Jornada y Roberto Pineda, camarógrafo de la cadena estadounidense CBS que cubrieron los cruentos conflictos en América Central en la década de 1980 fallecieron el martes 28 de septiembre en México, informaron familiares y colegas de ambos.
Josetxo Zaldua, Coordinador General de Edición del periódico La Jornada murió luego de padecer de cáncer en la ciudad de México. En los primeros años de los 80 fue corresponsal en Nicaragua y visitó muchas veces El Salvador.
Zaldua llegó a México a finales de la década de 1970 y se integró al diario Unomásuno como redactor de Economía, pero luego del asesinato en San Salvador del corresponsal Ignacio Rodríguez en agosto de 1980 fue designado corresponsal en Managua. Antes fue fotógrafo y reportero del Diario de Navarra, en su natal país Vasco, dijo en una nota en la Jornada la admirada periodista, Blanche Petrich.
Uno de sus sobrinos Beñat Zaldua escribió en el sitio https://www.naiz.eus/es que Josetxo nació en Elizondo, fue fotógrafo de ‘Egin’ y “se refugió en Ipar Euskal Herria al ser acusado de pertenecer a ETA. En los 80 dio el salto a México, donde desarrolló su carrera periodística”.
Fue miembro del equipo fundador en 1984 de La Jornada, corresponsal en Nicaragua, reportero de asuntos internacionales y finalmente editor. “Desde esa trinchera fue maestro de una generación de reporteros y fotógrafos que se formaron en la escuela jornalera en las últimas décadas”, dijo Petrich.
Aunque se le detectó un proceso cancerígeno durante los meses duros de la pandemia COVID-19 “se mantuvo al pie del cañón hasta sus últimas fuerzas”, agregó.
“En Unomásuno Zaldua se comprometió con el grupo de periodistas liderados por Carlos Payán y Carmen Lira, entre otros, para formar La Jornada. Permaneció cubriendo años cruciales en la historia nicaragüense hasta poco después de la derrota electoral de Daniel Ortega en 1990”, dijo Petrich.
Después de regresar a México cubrió eventos noticiosos en Haití, Brasil, Colombia, Venezuela, El Salvador, Guatemala, Cuba y Perú. Después se trasladó a Caracas, donde también fue corresponsal.
Josetxo Zaldua acababa de cumplir 70 años. Le sobreviven su esposa Sandra García y su hija Amaia Zaldua García.
Con Josetxo Zaldua se va un periodista de raza que recorrió Latinoamérica durante los convulsos años 80 y principios de los 90… ”Hizo periodistas, los forjó. Muchos lo disfrutaron y algunos, probablemente, lo sufrieron”; dijo su sobrino Beñat el miércoles.
Agregó: “Con Josetxo Zaldua se va también un militante vasco. Fotógrafo de un ‘Egin’ recién parido, en 1978 tuvo que esconderse tras ser señalado como responsable de una acción fallida de ETA. Una huida rocambolesca, digna de aquellos años y de su protagonista, con cambio de ropa en un confesionario incluido, le acabó llevando a Iparralde”, y desde allí voló a México.
“Pagó con creces el exilio. Fueron tres décadas sin poder regresar a casa, sin poder despedirse de su padre. Años de maletas veraniegas y contrabando de resbalones de Malkorra de orilla a orilla del Atlántico. Juró que no le pasaría lo mismo con su madre y volvió”, escribió su sobrino.
“Con Josetxo Zaldua se van también varias vidas clandestinas que nunca conoceremos”, agregó. Aunque en aquellos primeros años de los 80 en San Salvador alguna vez aludió sus labores en secreto.
“No sé cuántas vidas fueron las que vivió Josetxo, seguro más de siete. En algunas sufrió, sin duda, pero estoy seguro de que gozó en todas ellas”, agregó Beñat.
El martes también murió de cáncer de pulmón Roberto Pineda, un avezado camarógrafo en aquellos años difíciles de las cruentas guerras en el área y se volvió un experto junto a su colega sondista, Jaime Robles, también mexicano, ambos unidos por un cordón que unía la pesada cámara a la enorme caja grabadora del audio y la cinta con las imágenes.
Ambos encargaron sus equipos a otros colegas y ayudantes para cargar el cuerpo del fotógrafo estadounidense John Hoagland, herido de muerte, de un charral a la orilla de la carretera a Suchitoto el 16 de marzo de 1984 en medio de un duro combate entre soldados y guerrilleros.
Pineda, de 74 años, murió en Puerto Vallarta, México víctima también de un proceso cancerígeno.
No hace mucho, entre marzo y abril de 2013, volvió a El Salvador y nos reunimos en un restaurante bar y conversamos junto a la amiga de ambos, Gertrudis “Tulita” Flores, ex empleada de la Casa Presidencial en aquellos años de los 80.
Hablamos de coberturas que hicimos, de probables proyectos de televisión y otras ideas, que no fueron posibles. Estuvo algún tiempo alojado en casa de Tulita y de pronto se marchó. Andaba muy dedicado a la bebida alcohólica y no supimos que estaba enfermo, probablemente así haya sido, pero no dijo nada.
Era locuaz, bromista y de sonrisa fácil, no tan escandalosa, pero sabía disfrutar pese a que sufrió mucho los conflictos.
En la página de Facebook de Journalist Vets of Central America (Periodistas Veteranos en Centroamérica) muchos reaccionaron al fallecimiento de ambos colegas.
Pablo Iacub, quien labora para la cadena CNN en español, dijo al referirse a la muerte de Josetxo: “Un amigo, un hermano, en las buenas y en las malas. Te nos adelantaste. Los que te conocemos y queremos lloramos tu partida. Pero te fuiste en paz, tranquilo, satisfecho de lo vivido. Descansa en paz querido Josetxo”.
“Fue un volcán. Fue mexicano, nicaragüense, cubano, lo que se le dio la gana. Pero nació en Elizondo, en el hermoso valle del Baztán navarro. Mi hermano. Mi guía en el periodismo. Mi jefe”, reaccionó Blanche Petrich.
Mientras que otro experimentado fotoperiodista Bill Gentile dijo que fue una “noticia terrible. Condolencias a su esposa, Sandra Garcia, quien estaba con Josetxo hasta el último momento.”
“Realmente terrible. Es una gran pérdida para todos”, dijo el estadounidense Scott Wallace quien se unió también al pesar por la partida de Pineda.
Y Jaime Robles compañero de Roberto durante muchos años escribió: “Que en paz descanse…..los años que trabaje con él, fueron de enseñanza, tanto profesional como personal“.
Descansen en paz ambos colegas periodistas que dejaron su huella en El Salvador y Centroamérica a su paso en coberturas de guerra en la década de 1980.