Después de tres semanas, acuerdan continuar con el mismo primer ministro.
Por Engelberto Maldonado Pérez
Las duras discusiones, durante tres semanas, con abundancia de acusaciones políticas, han dejado un resultado: Giuseppe Conte continuará como primer ministro de Italia. Pero esta vez, el acuerdo político que hizo posible que él llegara al poder, deja fuera al partido de extrema derecha y soberanista, «La Lega», y cede espacio al Partido Democrático (PD).
Hasta el pasado 8 de agosto, “La Lega” y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), mantuvieron un acuerdo denominado Contrato de gobierno que permitió conformar la actual presidencia y que apenas duró 14 meses, debido a la negativa del partido de extrema derecha para no continuar.
La alianza política fue obligada luego de los resultados de las elecciones del 4 de marzo de 2018, donde ningún partido obtuvo mayoría simple. El partido con mayor porcentaje de votos fue el “M5S”, con 32% de los sufragios a favor; por lo tanto, fue al que le correspondió buscar otras fuerzas para la conformación del ejecutivo.
Empero, debido a que ninguna otra fuerza tuvo la disposición de una alianza, se optó por una fuerza totalmente opuesta, “La Lega”, que se hizo del 17% de votos.
Casi dos semanas después, el fin del pacto fue dado a conocer esta semana, luego de la segunda ronda de consultas del presidente de Italia, Sergio Mattarella, con los representantes de cada uno de los partidos políticos que conforman el parlamento en la actualidad.
Cabe destacar que, a diferencia de otros gobiernos del mundo, en las democracias parlamentarias como la alemana y la italiana, el presidente de la república es elegido por el parlamento con un mandato de cinco años y funciona como un árbitro del poder legislativo y ejecutivo. Este último es conformado por un consejo de ministros, en el cual, quien lo preside es llamado primer ministro.
El presidente fue increpado -por los dos partidos- por la necesidad de acordar la conformación de un nuevo ejecutivo, para hacer posible la continuidad de Giuseppe Conte en el cargo de primer ministro. Mattarella, al verificar que ambas partes conforman mayoría simple en el parlamento, convocó a Conte para solicitarle la conformación de un nuevo ejecutivo.
Pero la crisis política, iniciada el 8 de agosto, con la retirada de “La Lega”, aún no concluye.
Los medios difunden filtraciones y rumores de fuertes discusiones por los puestos de ministros. El M5S exige continuar con su secretario general como viceprimer ministro y el PD pelea por la discontinuidad, por considerar que Conte ya es un exponente del «Movimiento».
Algunos medios advierten que la discusión está centrada en los cargos a ministros de Defensa, Economía, del Interior y de Obras Públicas, así como también la desaparición de la figura del viceprimer ministro, porque es un nombramiento sin ninguna función práctica.
Otra polémica entre los acordantes es la exigencia del M5S de realizar inmediatamente, después de la conformación del nuevo ejecutivo, una consulta electrónica a la militancia para que legitimen la alianza. El PD se opone porque dicha consulta es asignada a una entidad privada vinculada a uno de los fundadores del «Movimiento» y eso, aseguran, es ilegal y antidemocrático. La legislación italiana establece que cualquier consulta popular debe ser organizada por el tribunal electoral. El M5S ha respondido que la consulta es legal porque no son un partido político, sino, un movimiento y por lo tanto no están obligados a responder a la ley de partidos políticos.
Cautela y descontento
Pero la calentura política italiana no concluye allí. Inmediatamente después de las consultas del presidente Matarella, cada líder de partido expresó su posición sobre este tema.
Nicola Zingaretti, secretario general del PD dijo que el acuerdo con el M5S es la introducción a un terreno desconocido que enfrentarán como un reto al que buscarán pasar con buen resultado.
El secretario general del M5S, Luigi Di Maio, fue totalmente contrario a su futuro aliado. Dijo que no reniega nada de lo que hizo en los 14 meses pasados con el gobierno en alianza con «La Lega» y que continuarán con el programa planteado antes de las elecciones del 4 de marzo de 2018.
Marco Damilano, director del semanario “El Expreso” identifica que eso ya es una confrontación al aliado porque -indica- podría continuar un gobierno sin programa y litigioso en cada acción importante para Italia.
Los partidos fuera de la conformación del ejecutivo han mostrado el descontento e indican que la vía segura para dar estabilidad al gobierno era convocar a elecciones a más tardar en el próximo otoño.
El secretario general de «La Lega», Matteo Salvini, sin escribir discurso, como lo hicieron los otros secretarios, salió ante la prensa a improvisar acusando a los aliados de defender cargos y curules, y no los intereses de los italianos. También, denunció el acuerdo entre su anterior socio y el PD. Aseguró que este pacto responde a exigencias en beneficio de las autoridades de la Unión Europea.
Para Salvini, la idea central es disolver la Cámara y el Senado, luego, convocar a elecciones para que los italianos decidan quién será el nuevo gobierno. En esta coyuntura La Lega ha perdido casi una decena de puntos porcentuales de aceptación en las encuestas.
Giorgia Meloni, secretaria general de la Frateli de Italia, está en la línea de Salvini y exige elecciones, anunciando a su vez, que convocará a manifestaciones en las plazas para pedir la interrupción del futuro gobierno.
Tanto Salvini como Meloni son explícitos en su disgusto frente al anti europeísmo y la simpatía por un soberanismo que no atienda reglas de ningún organismo supranacional.
El viejo líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi, por su parte fue mesurado en sus declaraciones y anunció hacer una oposición constructiva sin perder de vista la construcción de un país liberal con liderazgo en Europa, donde el soberanismo y el populismo no encuentren espacio.