Por Engelberto Maldonado
Italia mantiene calientes las relaciones con la Unión Europea y entre los políticos de oposición. El punto que ha degenerado la tensión, es la reforma fiscal para el próximo año que introduce un presupuesto con un déficit en el PIB de 2.4%. Dicho porcentaje no se ajusta a las exigencias de las autoridades europeas con sede en Bruselas, Bélgica, que limitan un déficit no superior al 2%.
La propuesta de reforma fiscal es empujada por el nuevo gobierno, considerado populista, compuesto por dos fuerzas antagónicas. Una, la Liga, estimada de extrema derecha, y la otra, Movimiento 5 Estrellas, de extrema izquierda.
La medida económica para el 2019, contempla la introducción de un salario de ciudadanía para todos los italianos que no poseen un trabajo, y activar los centros nacionales de empleo para capacitar la mano de obra potencialmente activa y ayudarles a colocarse en, por lo menos, tres oportunidades consecutivas. Si el desempleado desecha los trabajos, le será eliminado el salario de ciudadanía.
Además, se pretende reducir la edad pensionable, con el fin de hacer ingresar en plazas vacantes a jóvenes, según uno de los argumentos de los creadores de las iniciativas legislativas.
Por otra parte, se propone una simplificación en la declaración tributaria y una condonación a las empresas que hayan acumulado deuda con el fisco italiano por el no pago de impuestos.
Según los críticos de dichas reformas, de este modo los ingresos se reducen y los gastos se incrementan como ya lo hace notar el aumento deficitario. Por esas incongruencias, el diferencial de precio de las letras del tesoro italiano con las de Alemania, denominado “Spread”, se ha disparado, lo cual encarece las tasas de interés para los deudores internos.
Mientras el primer Ministro de Italia, Giuseppe Conte, y su ministro de Economía, Giovanni Tria, usan tonos moderados tratando de explicar la maniobra a las autoridades europeas, los dos potenciales sustitutos de Conte, el ministro del Interior, Matteo Salvini, de la Liga, y el ministro de Trabajo, Luigi Di Maio, alzan el tono, acusando de interferencia a la soberanía italiana.
Un línea bursátil muy frágil
La calificadora de riesgo Standard & Poor’s en su última calificación, lanza una advertencia a Italia, pasándola de BBB positivo a negativo, mientras a mitad de octubre, Moody’s la degradó de Baa2 a Baa3, estable, pero apenas un nivel por encima de considerar el débito italiano como inferior.
El Comisario Económico de la Unión Europea, Pirre Moscovici, ha pedido modificar la propuesta, sin embargo los dos altos representantes de los partidos populistas en el gobierno, responden que no cambiarán ni una coma de sus reformas.
El ministro Tria no habla de cambiar la maniobra, pero sí de aclarar y demostrar a los opositores y a la autoridad europea que existen las fuentes de recursos para sostenerla, y que con ello Italia crecerá a más del 2% en los siguientes años.
Mientras la polémica continúa, al mercado de valores en las bolsas europeas no le va bien y el euro pierde peso frente al dólar.