Por Carol Botello, Voluntaria Fundación Serenamente
El paso por esta vida suele ser difícil para muchos, el dolor puede acabar con personas, familias o empresas en un instante.
Los seres humanos debemos aprender a convivir con el dolor y sacar el máximo provecho, para sí mismos y para otros. Es por ello, que he decidido compartir un poco de mi historia para ayudar a la audiencia en general, incluso a aquellos que no padecen de un trastorno, pero que se han visto seriamente afectados por el actual escenario de pandemia, para que puedan salir adelante y busquen la ayuda oportuna en Fundaciones como Serenamente, a la que ahora pertenezco como voluntaria.
Tener diabetes, hipertensión, cáncer o cualquier enfermedad física es fácilmente manejada y procesada por las personas que nos rodean, pero ¿qué hay de las enfermedades mentales? Es un tema muy controversial, ya que la ciudadanía en general aun lo tiene como un estigma, como un tema que debe permanecer encerrado en un cajón bajo cadenas y un gran candado.
Desde niña fui muy vulnerable, sentimental y empática, esto no es malo, de hecho, es lo mejor que pueden poseer las personas y más en una sociedad agresiva e ignorante en la que vivimos, ser diferente, da un rayo de esperanza.
Siempre lloraba por nada, nunca decía que no y aunque fui educada con valores, el alcoholismo de un padre ausente afecta mucho. A los 14 años, recuerdo que tuve un ataque de histeria, mi padre me golpeó ese día, pero yo lo excuso en su ignorancia.
A los 17 años acudí a un psicólogo yo sola, porque sabía que tenía un problema, en la segunda sesión debía llevar a mis padres, pero ellos no creían en esas cosas. A los 18 fui a un psiquiatra, ya que tenía alucinaciones y pensamientos no normales, él dijo que tenía psicosis, por lo que empecé a tomar algunos medicamentos que al poco tiempo dejé, y seguí mi vida con fluctuaciones de ánimo constantes, yo me los notaba, he comprado muchos libros de psicología y psiquiatría buscando autoayudarme, soy paciente de hipertiroidismo y migraña crónica desde hace más de 10 años.
Tenía que tomar muchos medicamentos, era tortuoso para mí, hasta que una noche tuve alucinaciones visuales y auditivas, así que rápidamente contacté a una psiquiatra, tenía que ser más astuta, tenía que ser fuerte por mis dos hijos y mi madre, no podía dejar pasar por alto este evento.
Debo mencionar dos pilares importantes en mi vida, como musulmana de religión me aferré a Dios y después a mi amor más incondicional, mi hermosa madre. Menciono esto antes de continuar, porque todos los que padecemos un trastorno debemos aferrarnos a algo, en lo que crean, en un buen amigo, en lo que les pueda dar fuerzas para salir de cada crisis, conocer nuestra enfermedad es un paso adelante.
Mis diagnósticos son trastorno afectivo bipolar depresivo con síntomas psicóticos y trastorno ansioso depresivo severo, no es fácil tener este tipo de pruebas en nuestras vidas, pero créanme somos especiales, tenemos buenos corazones, nuestra empatía no es cualquiera, realmente nos ponemos debajo de la piel de otros, no todo es malo, ¿por qué avergonzarnos?, ¿por qué callar hasta sentir deseos de no existir?, si hasta perder un lápiz puede desatar una crisis en nosotros, pero no estamos solos, además somos muy valientes. Las personas no especiales y valientes como nosotros, nos ven como raros, locos, pero no… esto como me dijo mi psiquiatra, no le toca sino a las personas inteligentes.
No te dejes vencer, no dejes que tu fuerza se apague, puede ser que estemos maníacos y hagamos cosas que después nos arrepentiremos, o depresivos, que no tengamos ni ganas de levantarnos, pero seamos honestos, habrá alguien, o incluso una mascota que no merece verte acostado sin ganas de vivir, tienes incluso que agarrar tus piernas y levantarte de la cama, hasta una rutina de ejercicio sin ganas, podrá ayudarte, tal vez cuando estés en la calle te dé un ataque de pánico, es horrible, no quieres sino estar en tu zona de confort, pero no podemos encerrarnos todo el tiempo, debemos luchar y luchar sin cansarnos.
A diario las personas sin trastornos luchan con cosas visibles, incluso ellos sienten tristeza si algo no les va bien, ¿y nosotros? Valientes guerreros, luchamos contra nuestra mente, contra esa oscuridad que se convierte en luz para otros, ¿no te parece hermoso?
Yo sé que cuando tienes una crisis es difícil ver con claridad, pero una parte en nuestro interior te dice lucha, y no dejes de luchar. Es como nadar, el que no sabe, tragará mucha agua, pero es determinado y dice: yo nadaré y seguro llegará a la orilla, porque hay una fuerza invisible, que ni nuestro cerebro sin serotoninas o dopaminas o lo que sea que nos falte la produce, esa fuerza invisible se llama fuerza de voluntad, tomar nuestros medicamentos, una buena terapia, lectura, ejercicios, arte, lo que te gusta hacer, lo que calme tu mente y tu corazón te ayudarán.
Fui alcohólica antes de conocer mi religión, incluso ingerí drogas, pero ahora mi fe en Dios me ayuda a poner límites cuando tengo fases maníacas. Seas cristiano, musulmán, hinduista, budista, ateo, o lo que sea, busca esa fuerza en tu interior.
En mi caso, yo no me avergüenzo de decir que tengo una enfermedad psiquiátrica, y reconozco que es difícil buscar ayuda incluso dentro de los más cercanos, porque muchos de ellos no entenderán, pero sí me siento una vencedora gracias a Dios, y no me refiero a vencer en el mundo material, así con estos diagnósticos, trabajo, estudio, hago arte y llevo mi atuendo musulmán que cubre incluso la cara, enfrentándome cada vez que salgo a algunos ignorantes que me llaman terrorista, enfrentándome a la ansiedad que me provoca estar rodeada de gente, a tener miedo de entrar a un banco o a un supermercado, pero salgo y lo enfrento, por cuidar mis tres tesoros y más ahora en esta época de pandemia.
¿Y cómo lo supero hasta volver a casa? Siempre llevo conmigo un libro, aprendí a controlar mi respiración, o mis ojos se pierden viendo la maravillosa creación, son muchos métodos, pero les comparto los míos.
¿Desencadenantes en mi?, alguien que me mienta, alguien que es injusto conmigo o con otros, la carente cultura de algunas personas a mi alrededor, a veces quiero defenderme, pero el silencio a través de generaciones ha sido de sabios. Si me dejo provocar, ellos llegarán a un límite, y para mi será caótico.
Sean fuertes, conozcan su enfermedad como se conoce a un amigo o a un enemigo, tiene puntos débiles y puntos fuertes, entonces encuentren esos puntos débiles, recuerden que hemos sido privilegiados con esto, por el hecho de que somos los más valientes, cada día ganamos grandes batallas, esto lo sabes tú y eso es suficiente.
La atención emocional debe ser prioridad para la sociedad en general, procuremos un mundo más sano, tanto para quienes tienen un trastorno, como para aquellos a quienes producto de las fuertes vivencias del último año están sufriendo de algún padecimiento emocional, que me atrevería a decir que es gran parte de la población.