Por Ramón Rivas /Antropólogo Investigador
Arte – Joel Edmundo Herrera Acevedo, desciende de un enorme linaje de artistas, ‘los Herrera’, todos nacidos y crecidos en Ilobasco. En ese linaje hay tíos, tías, primos, hermanos, en fin, muchos de estos connotados, algunos diestros en cerámicas y otros en pintura, todos ellos, han dado mucho a ese Ilobasco de mis recuerdos a lo largo de muchos años.
Pero Joel Edmundo Herrera Acevedo, es un artista plástico que juega con el pincel y los colores, en un ‘Santi amen’ transforma un lienzo en una obra y me consta. No encaja en corrientes artísticas, «pinto lo que me gusta y siento y no me interesan los estilos, para mi pintar es disfrutar, es sentir, es transportarme a otro mundo», me dijo.
He leído bastante sobre arte y en concreto arte plástico, -y me consta-, pero yo me siento libre, libre de pintar lo que me gusta».
Joel Herrera es mi maestro en ese arte de pintar. Los fines de semana, son días enteros que pintamos bajo la sombra de un árbol de mango, el ‘lerolero’. de un perico, las ocurrencias de Joelito, su hijo, y las atenciones de doña Con, su suegra, que nos suple de ricas golosinas.
Emparentado con Doña Dominga Herrera, noble y célebre artesana que, en la década de los sesenta, sus creaciones, la miniatura «sorpresas» en barro, dieron la vuelta al mundo y don José Antino Herrera con su histórico taller «Cerámica Kiko» creó magistrales piezas en barro y que fueron admirados en prestigiosas tiendas especializadas en Italia, España y Japón, ahora el maestro Joel Herrera callado disfruta de su arte pintando, creando.
Y es que por Ilobasco han desfilado celebridades del arte, así, Joel Herrera, me cuenta que conoció al célebre maestro pintor y ceramistas César Sermeño. Fue en el tiempo cuando el maestro Sermeño llegó a Ilobasco a trabajar con ceramistas en lo que se conoció como la ‘Cooperativa de Ceramistas de Ilobasco’, en el barrio El Calvario.
El maestro Joel Herrera me dijo:
«Mi madre sin saberlo me empujó al mundo de la pintura en la «Cooperativa de ceramistas» de Ilobasco, allí me llevaba para pintarle unos jarrones decorativos enormes siendo yo apenas un niño de unos 8 años.
En ese entonces, así de niño, fue que me empecé a dar cuenta que, para mí, pintar, era como darle sentido a mi existencia. Desde entonces, pintar me apasiona, me ayuda a conocerme, me inspira, me hace sentir enamorado (mientras pinto oigo música y pienso en cada miembro de mi familia – mi esposa, mi hija y mi hijo…»
«Siempre admiré a mi hermano Ricardo, pintaba y me gustaba, y lo hacía con una facilidad, yo era su admirador, siempre que el pintaba estaba yo cerca observando, creo que nunca le estorbé. Era en el tiempo que yo ayudaba a mi madre pintando jarrones, de esos jarrones grandes de cerámica…»
«Eso sí, me dice, desde niño me llamaba la atención eso de pintar retratos, es mi escuela, me apasiona. Últimamente con un poco de dudas me he tirado al paisaje viéndolo como un reto, hasta yo mismo me asombro del resultado. Pero el maestro Joel Herrera también ha sabido incursionar con éxito en eso del arte de pintar murales, a lo que me dice.
He tenido la dicha de haber salido a otros países a pintar unos pequeños murales de temática religiosa, entre ellos Panamá y Guatemala. Aquí en mi pueblo he pintado otros en las Ermitas de la parroquia a la que pertenezco».
Pintar y escuchar las sugerencias y opiniones del maestro Joel Herrera es toda una vivencia; todo un día podemos pintar y no decir palabra. Ubicados en medio de un corredor y bajo la sombra de un frondoso árbol de mango, quizá de los más deliciosos en no sé cuantas cuadras de todo ese vecindario, nos divertimos cuando empezamos a ver aparecer el producto de esa mezcla de colores producto de la imaginación.
Nos entretienen los colores y la música que sale de una grabadora que no para todo el día, y que más parece una caja vieja y empolvada.
Gracias maestro por entusiasmarme y yo también poder gozar de ese arte de pintar.
He aquí algunas muestra de este prolifero maestro de las artes plásticas del Ilobasco de mis recuerdos.