Por María T. Pérez
Texas. Una plática sobre la vida, el mundo, la política y las vivencias de una niñez marcada por la guerra que lo llevaron migrar del campo a la ciudad, fue la antesala para que el poeta salvadoreño Nilson Alas presentara en exclusiva para la Voz de la Diaspora News, «Mutilaciones y otras Piezas de la Memoria.»
Tampoco faltó el cafecito de olla con sabor a canela y las típicas “alemanas salvadoreñas” para acompañar ese ameno encuentro con el poeta y su familia, radicados en Houston, Texas, lugar presenta su reciente fruto publicado por Editorial Laberinto.
En “Mutilaciones y Otras Piezas de la Memoria”, Alas reúne 23 poemas en que desborda sensibilidad y melancolía y que le matan al sentirse lejos de la bendita tierra que lo vio nacer.
Para el poeta Osvaldo Hernández, quien escribió la presentación de la obra, “Nilson Alas empieza a habituarnos a unos poemas que dicen lo justo con las palabras justas”.
Mientras que al recorrer su primera obra, “Cuaderno Solar”, Alas nos invita a entrar a la intimidad de su niñez y ser testigos de cambios radicales que le marcaron un camino en medio del dolor de la guerra, del destierro, y la desdicha de verse en una ciudad fría y calculadora.
“Llegué a pensar y a creer que el sol que alumbraba a Las Flores- San José Las Flores-, no era el mismo que alumbraba en San Salvador” comentó. Y no era para menos, el escritor pasó de la frescura del campo a la selva de cemento, del canto de los pájaros al bullicio de la ciudad. En definitiva, un gran abismo.
Mientras que en su segunda obra, «Cofre de Familia», el poeta nos lleva a conocer a sus familiares y le rinde un homenaje a sus padres, doña Irtelia Henríquez y don Eulalio Alas, ambos de grata recordación. En el tercer poema de este libro, se respira casi la predicción de su migración cuando expresa: “Amasijo de cemento me dieron a cambio: yo no pedí dejarte, pueblo, menos olvidarte..”
Nilson Alas besa y abraza a la melancolía. Su obra es un canto a la naturaleza, una melodía a la familia, un llanto ante el dolor del migrante, y un grito de orgullo por su bella compañera Marisol, y sus dos retoños, Oscar y Cindy.
El poeta invita a aprender a vivir con nuestras propias mutilaciones y a buscar respuestas ante lo que nos está marcando el tiempo y el espacio.
MIGRACIÓN
Me iré solo,
como el migrante sin fronteras,
sin ropas, sin gritos.
En la desnudez cristalina de un río que habita en mí,
en el movimiento de la hoja,
verán mi luz trascender al infinito.
Como esta vida que comienza, me iré.