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Ojalá que un día la gente entienda que el bosque es vida para la vida

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Estoy en Heliconias de Río en Santa Olaya, del municipio de Tejutepeque. Un bosque de cerca de cuatro manzanas plantado de noventa variedades de Heliconias, formidable..
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Por Ramón Rivas

El Salvador – El sonido de una cascada, los pájaros que cantan entre tanto árbol, la frescura que ofrece el bosque y un agradable olor a río, ahora yo tumbado en una hamaca; escribo como para no olvidar lo que veo, siento y disfruto.

Estoy en Heliconias de Río en Santa Olaya, del municipio de Tejutepeque. Un bosque de cerca de cuatro manzanas plantado de noventa variedades de Heliconias, formidable, pienso.

Ojalá que un día la gente entienda que el bosque es vida para la vida.

«Las Heliconias son una de las flores más ecoamigables del mundo, me dice el Ingeniero Miguel Barrera Salinas, sus beneficios se conjugan entre lo ecológico, lo social y lo económico convirtiéndose así en un poderoso aliado para el desarrollo integral para la familia y la comunidad».

Y es que bajo esa filosofía están siendo impulsados todos los proyectos de Heliconias en el país bajo la coordinación de Ase-Heliconias Heliconias. 

Y yo sueño con un El Salvador plantado de Heliconias.  El proyecto que hoy disfruto existe desde hace seis años y son los hermanos López, sus esposas e hijos que se unieron y han sacado adelante este proyecto bajo el lema, según don José Olidio López que tengo frente a mí; «Sin árboles no hay agua y sin agua no hay vida”. Y la hija de don Olidio lo dijo más claro; «sin arboles no hay agua y sin agua no hay comida».

Antes eran tres parcelas, pero se unieron los hermanos, Víctor, Rigo y Olidio, todos de apellido López Córdova. «Antes sembramos poquitos de maíz y frijoles, lo cosechamos, luego lo vendíamos y a esperar otro año, pero ahora tenemos flores todo el año, la gente viene a disfrutar del ambiente, recibir aire puro y a caminar y eso se da durante todo el año»

Un dólar paga cada persona para entrar y me vuelve a recalcar Olidio, «Antes sembrábamos la milpa pero ahora la gente viene durante todo el año a encontrarse con la naturaleza que además que constatamos que se ha convertido en una especie de resguardo de animales en peligro de extinción.

El canto raro de un Nicanor (una especie de pájaro) me distrae y es bueno ya que de lo contrario sigo escribiendo y tengo que regresar.

Gracias Miguel Barrera Salinas por traerme a ver este paradisíaco lugar y poder disfrutar de lo que ofrece el bosque y los interesantes relatos de los hermanos López.

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