Por Alejandra Salcedo
Con el tema “Descubriendo la joya escondida” el Pabellón Salvadoreño hizo alarde de su cultura con música, danza y gastronomía en la 50 Edición del Folklorama en Winnipeg.
Folklorama es el “festival multicultural más grande y de mayor duración en el mundo”, según lo calificó el Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folclore y Artes Populares (CIOFF). El evento se realiza cada verano y participan más de 40 grupos étnicos en diferentes zonas de la ciudad.
El Salvador a través de Canadian- Salvadorians of Winnipeg (CSOW Inc.), por sus siglas en inglés, dijo presente en la organización del Pabellón con la ayuda de 15 líderes y cerca de 100 voluntarios que cada noche, durante una semana se encargaron de que los trajes, números artísticos y platos típicos estuvieran listos para recibir a cientos de visitantes.
Jesse Lemus, co-coordinador del evento, aseguró que arrancaron “con nervios, pero contentos de tener otra vez el pabellón”. Esta es la segunda ocasión que El Salvador participa en Folklorama, luego de casi diez años de ausencia.
Para Lemus, lo mejor de todo fue sentir la identificación de las nuevas generaciones en la formación de los grupos de danza. Tal fue el caso de “Las Agüilitas”, niños en edad escolar que pusieron su encanto folclórico infantil en el escenario. También lo hizo el grupo “Latin Roots”, compuesto por jóvenes de ascendencia salvadoreña, y de otras nacionalidades, identificados con el calor latinoamericano. “Es bonito ver ese arcoíris de culturas. Queríamos demostrar que tenemos pasión y talento para tener nuestro grupo en Winnipeg… La segunda y tercera generación se está levantando y queremos conservar nuestras raíces”.
Cada noche, los integrantes de “Las Agüilitas” y “Latin Roots” movieron sus cuerpos al compás de las danzas folclóricas como “El Carbonero”, “Torito Pinto” y “Adentro Cojutepeque”, y “La Pregonera”, entre otras; sin faltar temas modernos como “Patria Querida” y “El Sombrero Azul”, canciones emblemáticas con las cuales los salvadoreños en el exterior se identifican hasta sentir nostalgia.
Para ofrecer un espectáculo variado, los organizadores también se apoyaron en el grupo Folclore Salvadoreño en Calgary, que viajó desde la provincia de Alberta para apoyar a sus compatriotas.
La presentación de la última noche cerró con una fiesta amenizada por “Son de Arranque”, un grupo musical formado en Winnipeg con integrantes salvadoreños, colombianos y chilenos.
Las exhibiciones montadas con artesanías, información de lugares turísticos, literatura, así como plantas y flores que se cultivan en El Salvador y que también hay en Winnipeg despertó la curiosidad de los visitantes.
Más que pupusas
Los canadienses lo saben, el plato típico salvadoreño por excelencia son las pupusas y cada vez van adquiriendo mayor popularidad. Los asistentes no dudaron en hacer grandes filas para comprarlas y saborearlas. El menú también ofrecía yuca frita, enchiladas, arroz con leche, chocobananos, peperechas, milhojas, fresco de horchata, tamarindo, y gaseosa Kolashampan, una demanda exitosa, con la que se dio a conocer más opciones en sabor, textura y color de la gastronomía salvadoreña.
Lemus se sentió orgulloso de ver que el Pabellón tuvo una buena aceptación y aseguró que la meta es seguir mejorando. A pesar de la diversidad de pensamiento politico, religioso y generacional reconoce que los proyectos se pueden realizar con la cooperación de la comunidad no solo salvadoreña, si no multi étnica. Considera que así como el Pabellón va mejorando cada año, los compatriotas también pueden hacerlo donde quiera que residan. “Dale salvadoreño, que no hay pájaro pequeño… somos gente trabajadora y luchadora, sigan adelante, siéntanse orgullosos de lo que somos, sigamos conservando nuestra cultura porque tenemos mucho que compartir con el mundo”.