Redacción Voz de la Diáspora
Vaticano – El Papa recibió a la Familia Paulina reunida en Capítulo General y subrayó que los medios de comunicación de hoy carecen a menudo de honestidad: No se trata solo de una profesión, sino de una vocación, y es necesario ser agudo, claro, dar testimonio con la propia vida como con el Evangelio.
Una comunicación «limpia», como una página del Evangelio, auténtica y, por tanto, a años luz de la «desinformación» de las fake news que proliferan hoy en día. Así lo quiere Francisco y se lo pide a quienes, particularmente en la Iglesia, lo viven cada día como una misión, la puesta en práctica de un carisma: a la familia de los Paulinos, a quienes el Papa llama «apóstoles de la comunicación».
«Comunicar es más que una profesión: es una vocación. Y esto es lo que el Padre Alberione ha querido subrayar en las diversas familias -llamadas- Paulinas, esto de comunicar. Comunicar de forma limpia. Y ustedes tienen la vocación de comunicar limpiamente, evangélicamente».
El escenario actual para el papa Francisco, es a menudo lo contrario, «una comida indigesta, sucia, no limpia». Una distorsión como lo que ocurre con la fábula de Caperucita Roja que, señala el Papa con ironía, pasando de una comunicación a otra, «comienza con el lobo que quiere comerse a Caperucita y termina con Caperucita y la abuela comiéndose al lobo».
«Si tomamos los medios de comunicación actuales: hay una falta de limpieza, una falta de honestidad, una falta de integridad. La desinformación está a la orden del día: se dice una cosa, pero se ocultan muchas otras. Debemos procurar que en nuestra comunicación de la fe no ocurra esto, que la comunicación venga precisamente de la vocación, del Evangelio, nítida, clara, testimoniada con la vida».
«Está bien», aclara el Papa, que haya «comunicadores profesionales» entre vosotros, pero, repite, «antes de la profesión está la vocación, y la vocación os da identidad». Y es ese tipo de identidad como ocurre con el profeta David a quien Dios llama del rebaño, pero le recuerda de dónde viene. Un punto que para Francisco es una piedra angular del magisterio.
«No te olvides del rebaño, que los ‘humos’ no vienen a llenarte la cabeza porque eres importante, has llegado a monseñor, a cardenal… Nada, no, eso no sirve. Lo que se necesita es limpieza, de ahí vengo, de la realidad. Y Dios se comunica siempre en la realidad: procurad que vuestra vida sea precisamente la comunicación de vuestra vocación, que ninguno de vosotros tenga que ocultar su identidad vocacional.