Por Ramón Rivas /Antropólogo
Honduras – Sabanagrande, se llama y es un atractivo poblado al lado de la carretera que conduce de Tegucigalpa/Honduras, al Sur, la visite con mi maestro de artes plásticas, Joel Edmundo Herrera Acevedo.
Es una pintoresca ciudad del municipio del departamento de Francisco Morazán, su significado es: Apacunca que significa “lugar de agua para lavar,” y Sabanagrande de carácter geográfico “gran extensión de pasto.”
Un agradable lugar que he vuelto a visitar después de 25 años cuando trabajé como antropólogo por toda esa zona.
Se sabe que el documento más antiguo que hace mención a Sabanagrande es una denuncia de tenencia de tierras, por parte del capitán español Felipe Núñez, registrada en el año de 1671. En la misma se refiere a Sabanagrande como un vecindario, lugar que es apto para el cultivo de maíz, frijoles y trigo.
En 1791, Sabanagrande ya figuraba como parte del Curato de Ojojona
En 1889, en el recuento de población; en la División Política Territorial de 1889, era considerado un Distrito, formado por siete municipios.
Sus calles, curiosas para mí, son empedradas angostas e inclinadas, me dio mucho gusto apreciar que sus calles siguen como siempre y bien cuidadas.
Historiadores locales, sostienen que el año de 1809 la influyente familia Rosa, iniciaron el trazo de sus calles, sobre un terreno irregular, de ahí que sus calles sean desiguales sin que por ello pierdan vistosidad.
Sabanagrande sigue esa estructura del típico pueblo colonial, donde alrededor de su plaza principal (hoy parque), se encuentran los edificios de la administración civil y religiosa.
Hace veinticinco años, yo en calidad de jefe ad-interim de la Cooperación Holandesa tuve que dar un discurso a medio parque a un grupo de gente ya medió acelerada por las cervezas.
Celebrábamos el matrimonio religioso de un colega holandés con una coterránea, pero luego de dos minutos mi esposa me hizo señas que ya no hablara ya que quizá a nadie le interesaban mis halagos por el hecho que la gente lo que quería era bailar y beber.
Yo como estaba también medio empinado seguí hablando hasta que de repente, vi que el lugar había quedado vacío y que calladitos, todos, se habían ido moviendo para una escuela frente al parque para seguir con el baile. Hasta los novios habían salido cuesta arriba quien sabe para donde. Todos, en el pueblo, gente muy noble participaban del gran fiestón, recuerdo.
Bonito recordar
Actualmente Sabanagrande, conserva una serie de casas antiguas, algunas construidas con adobes cruzados, bahareque, entejadas, de paredes altas, algunas de estas casas con “postigos”. Aunque quedan pocas, algunas siguen conservando sus corredores interiores de antaño. Hasta hace algunas décadas atrás, esos patios servían como pequeños dormitorios para ganado con sus respectivos corrales.
En los últimos años, las construcciones antiguas, han sido remodeladas, sin seguir ese espíritu de conservación, ante la ausencia de una ley municipal que les regule y les oriente.
No obstante, aún todo fueron varios los pobladores los que me dijeron que es precisamente el Instituto de Antropología e Historia de Honduras quien regula y cuida de que estos inmuebles conserven y que la gente cuide de su estructura inicial. Note que la gente atiende los avisos y recomendaciones de la institución estatal. En buenahora.
Como elemento referente de su pasado minero, ya que todos estos lugares tienen un rico pasado en las minas de oro y plata, en el parque central de Sabanagrande, aún se conserva una piedra de molino, de gran tamaño, fue utilizada para moler y separar minerales. La piedra en mención, se desenterró de la Quebrada San José, en las cercanías de la “poza bruja” y desde 1985 se exhibe sobre una base de concreto.
La iglesia colonial, muy bonita, pude volver a apreciar y recordar cuando me salvé de ser picado por avispas africanas. Sucede que entonces fui invitado a una misa de matrimonio (esa vez que me tocó dar el discurso en el parque y que la gente se me fue) y una semana después en los periódicos salía, en portada, que “un panal de avispas africanizadas se había alborotado durante la misa en el pueblo de Sabanagrande”. Suerte que eso no sucedió cuando yo asistí al matrimonio de uno de mis colegas de trabajo.
La Iglesia, se trata de un edificio rectangular de extensiones considerables, erigido entre 1807-1809, bajo la dirección de los hermanos Rosa. Para su construcción se utilizó piedra, cal y ligamento de caulote. Acentúa sin duda su elegante fachada, donde se distinguen un conjunto de columnas almohadilladas. Ante una serie de daños por movimientos telúricos, fue necesario en 1877 hacer varias reparaciones, sin que perdiera su trazo original.
Por distintas razones, de acuerdo a Ortiz, “en muchos de nuestros pueblos, los maestros de obra y sacerdotes quisieron igualarse con Tegucigalpa, tal es el caso de la iglesia de Sabanagrande, que, a nivel de fachada, exceptuando por la falta de dos torres campanarios esbeltas, sería casi réplica de la catedral de San Miguel Arcángel.
Es preciso mencionar que otras iglesias de Honduras en diferentes regiones, también muestran columnas almohadilladas en sus fachadas: Cedros (Francisco Morazán), Jocón (Yoro), San Juan (Intibucá), Esquías (Comayagua). Además de una serie de imágenes de vestir y en busto también se conserva réplica del Señor de Esquipulas la cual fue donada al pueblo y gobierno de Honduras por el presidente de Guatemala Vinicio Cerezo a finales de los años ochenta”.
Me dijeron que la gente vive de la agricultura y que se cultiva bastante maíz, frijoles, maicillo y qué hay abundante ganado. Las rosquillas, las quesadillas tustacas y otros productos del maíz se venden muy bien elaborados en muchos puestos a la orilla de la carretera y son muy ricos.
Todo mundo habla de las rosquillas de Sabanagrande y hasta las exportan a los Estados Unidos ya que la población migrante hondureña las solicita. Ese domingo que pase por el lugar había mucha gente en el poblado.
El rubro ganadero, igualmente tiene trascendencia, pues el consumo de lácteos es alto. Sabanagrande al igual que los poblados aledaños a la carretera que de Tegucigalpa, conduce a la zona sur, son abundantes los puestos de frutas permanentes, igual en la temporada veraniega abundan mangos, mamones, jocotes y marañones. Pero eso sí, todo el año abundan los puestos de ventas de rosquillas, quesadillas y tustacas.
He disfrutado y recordado muchas cosas de esa visita.
Fuente: Wikipedia, Ortiz y anotaciones personales.