Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Solo, en la oscuridad, indefenso… No hay nada peor para un niño que estar en la cama en esas condiciones, obviamente perturbado y sin poder dormir. El miedo a dormir es bastante común en los niños, especialmente a partir de los cuatro años. A menudo, los miedos nocturnos están relacionados con la imaginación activa de los niños, que puede hacer que vean monstruos en la oscuridad o que se preocupen por quedarse solos.
En realidad, a esa edad empiezan a percibir más el mundo real y la confianza que les da la cercanía y protección de sus padres. A los habituales temores a monstruos y criaturas fantásticas que su mente infantil cree posibles se les suman las no tan imposibles figuras del mal que se escuchan en radio, televisión y medios en general.
El disparador del miedo viene de varios ángulos. Por ejemplo, los niños pueden sentirse vulnerables en la oscuridad o ver sombras que les parecen aterradoras. También las pesadillas recurrentes pueden hacer que un niño evite ir a la cama por miedo a tener otro mal sueño.
Otros sienten miedo o ansiedad por estar separados de sus padres, especialmente a la hora de acostarse. Tampoco ayuda a conciliar el sueño situaciones como cambios importantes: una mudanza, nuevos hermanos o problemas en la escuela. Todo eso puede generar una enorme ansiedad que se manifiesta a la hora de dormir.
También podría ser, aunque solo ocurra en algunos casos, que esta tendencia sea una herencia de los padres. Sobre todo si lo han padecido o se trata de padres ansiosos, irritables o con cualquier tipo de problema emocional.
Más allá de su origen y su fácil detección, es importante tratarlos porque esto genera inquietud, desatención, irritabilidad, exceso o falta de apetito y dificultades para aprender y jugar. Algunas cosas que ayudan es, por ejemplo, tener una rutina predecible y calmante antes de dormir, como leer un cuento o tomar un baño. En el caso del cuento, yo recomiendo “Pequeños Cuentos”, en dramendozaburgos.com.
Contar en el cuarto una luz suave puede ofrecer seguridad a los niños que tienen miedo de la oscuridad sin interferir en su sueño. También se recomienda evitar el uso de pantallas antes de dormir, ya que eso puede estimular demasiado al niño y dificultar la transición al sueño. Importante: escuchar y no minimizar el miedo del niño es importante, ya que validar sus sentimientos le ayuda a sentirse comprendido.
Por último, se debe tratar por todos los medios que los niños no terminen durmiendo con los padres ante el menor problema. Eso es malo. Puede ocurrir alguna vez, pero definitivamente no como norma. Lo que hay que hacer es tranquilizarlos antes de dormir, evitar juegos muy inquietos o violentos, cenas muy copiosas y charlas que puedan resultar muy impactantes.