
Por Diego Recinos
Tras el anuncio del Estado sueco de restringir la aglomeración masiva de personas y las dos muertes por Coronavirus en el país, los habitantes del país nórdico han tomado por sí mismos medidas para evitar la pandemia.
El fin de semana es especial cuando el verano se acerca y el frío invierno está por terminar. La gente disfruta del sol y de las horas más prolongadas de luz de día. Bares y parques, restaurantes y centros comerciales disponen de lugares especiales para que los suecos puedan disfrutar de una conversación al aire libre.
Pero este inicio de fin de semana fue diferente. Pocas personas estaban en los lugares más populares de Estocolmo. El tren estaba semivacío y los centros comerciales lucían desolados. Nada se salva de la pandemia. Ni la iglesia, ni la economía ni la fiesta y alegría latina. Nada. Así vive un salvadoreño radicado en Suecia estos días de incertidumbre en este país.
José se reportó temprano a su trabajo. Como es habitual, preparó sus herramientas de trabajo y se dispuso a iniciar con su jornada de limpieza. Pero en el ambiente se respiraba una tranquilidad inusual. Sus sospechas comenzaron a hacerse realidad cuando recibió un mensaje de texto de su jefe con una extraña pregunta. “José: por una formalidad de la empresa y para prevenir un contagio de coronavirus, necesito que me digas si has estado fuera de Suecia durante este año y si piensas salir del país”.
El mensaje asombró a José. Nunca habían hecho ese tipo de preguntas. Luego recibió una llamada de su jefe para una reunión de carácter urgente. En la reunión, el jefe explicó que, por el momento, el trabajo iba a disminuir en un 60%, pues muchos clientes, han llamado para cancelar. Por lo cual, la gran parte del personal no tendrá horas laborales para la siguiente semana. La pregunta era obligada, ¿Entonces, qué va pasar con nosotros? El jefe respondió en un súbito inglés: «I do not know».
Nadie lo sabe. Pues, José, al igual que miles de inmigrantes, trabajan y tienen un contrato laboral por horas. Lo que significa que ganas en medida de las horas que trabajes. Simple. Por ende, la disminución de las horas laborales es un golpe duro y drástico para la economía de los inmigrantes. Pues ellos no poseen un salario fijo.
Y las cosas no pintan bien. Desde el anuncio de las medidas preventivas del Primer Ministro sueco, la economía sueca parece no ser la misma. Basta con recorrer las principales calles de Estocolmo para darse cuenta. El parque central, punto de reunión y de disfrute social luce casi desierto. La estación central de trenes esta semivacía en su hora pico.
Bares, cafeterías, restaurantes, centros comerciales e iglesias; lucen con poca afluencia de personas. Solo dos lugares se salvan de la desolación. Las tiendas de víveres y systembolaget (es el monopolio estatal de tiendas de licores en Suecia). Los establecimientos de Systembolaget son las únicas tiendas que pueden vender bebidas alcohólicas que contengan un porcentaje de alcohol superior al 3,5%. Por lo demás, todos los lugares trabajan al 50% de su capacidad.
Jerónimo tiene tres años de haber llegado a Suecia, con esfuerzo, pudo conseguir un trabajo de auxiliar en una cadena de hoteles sueca. Pero este sector ha sido duramente impactado por las medidas anti pandemia. “Le llamo a mi jefe todos los días y le mando mensajes para preguntarle y rogarle por horas de trabajo, pero no hay nada. Todo está muerto. Los hoteles están vacíos y sin turistas. Tengo dos semanas de estar sin trabajo y no parece que esto vaya a cambiar”.
Con pocas esperanzas, Jerónimo, fue a la iglesia a rezar. Pero hasta la casa de Dios ha tenido que hacer cambios. “Fui a la iglesia y hasta el agua bendita han quitado. Como todos meten sus dedos, por orden del obispo, se quitó para que no vaya a ser un foco posible de infección. La ostia la dan en la mano y no se da la paz con la mano, solo mueven la cabeza”. Expresó con asombró.
Mientras José y Jerónimo caminan por las desoladas calles suecas. Piensan en alguna solución”. Tengo que pagar la renta a fin de mes (5 mil koronas, equivalente a 500 dólares), la tarjeta de bus (930 koronas, equivalentes a 94 dólares) y la comida; pero esta semana he perdido 32 horas de trabajo. En dinero eso es 4,160 koronas (alrededor de 425 dólares) y para la próxima semana ya me cancelaron varios días. ¿De qué voy a vivir?, expresó Jerónimo con preocupación.
José es más pragmático. “Muchos quieren que se cierre todo. Está bien, uno entiende que la salud es primero. Pero nosotros, los trabajadores sin contrato permanente no tenemos de qué vivir. Cierren lo que puedan, pero que nos den opciones para poder trabajar”.
Si bien el estado sueco no ha ampliado las medidas, el aumento de casos es grande. Hasta el momento existen 815 personas contagiadas, dos personas fallecidas y varios bajo sospechas. El lugar con más números de contagiados es Estocolmo. Los dos hospitales más grandes de la cuidad consideran que aún faltan medidas para que sus instalaciones estén completamente listas para una posible pandemia en la ciudad.
Ante esta situación es de esperarse que muchos suecos decidan quedarse en casa. Pues no hay bar, ni cafetería, ni iglesia ni parque; que esté libre de cualquier posible contagio.
Mientras, solo queda esperar a que la tormenta pase y el sol venga con aires limpios.
