De nuestras raíces culturales e identidad como salvadoreños.
Por José Eduardo Cubías Colorado
Me preocupa la incertidumbre sobre la continuidad de las tradiciones y costumbres ancestrales en cuanto a saber si hay herederos de este legado cultural. Preocupante también, saber de la Transculturización y la Post-Modernidad que borra todo arraigo al suelo natal.
Me refiero a las artesanías originales que están desapareciendo, como arte popular, así como los artesanos auténticos que hicieron vida con el mimbre, el tule, el barro, la jarcia, la panela, los telares, para mencionar los más representativos. Me consta que los hijos de los artesanos declinan la continuidad de este legado.
En cuanto a la música y la danza folklórica, estas se están desnaturalizando con el post-modernismo que trae consigo el turismo social; que no nos extrañe, que las fiestas patronales de los pueblos originarios se vean afectadas con espectáculos nada de auténticos, y como escenario, para las manifestaciones artísticas en las calles y plazas públicas.
El pito y el tambor ya poco se escuchan, el torito pinto, el tigre y el venado, los historiantes, la yeguita, los emplumados, los chapetones, se desdibujan con el tiempo, Los grupos de proyección folklórica tratan de rescatarlos, pero no es lo mismo. Recuerdo la danza del “Jeu-Jeu “de los izalkus, que desapareció, sin despedirse.
Las tradiciones y costumbres ancestrales forman parte de nuestro patrimonio cultural, y como tal, deben conservarse y promoverse. Las políticas públicas están obligadas a promover estas muestras representativas de nuestra identidad como salvadoreños.