Por Guillermo Mejía
Mundo – El filme No mires arriba (Don´t Look Up) con las estrellas Jennifer Lawrence, Leonardo DiCaprio y Meryl Streep, entre otros, dirigidos por Adam MacKay es una pellizcada a lo que sucede en la sociedad actual, envuelta en la frivolidad, desgobernada por los políticos, reseñada por medios de (in)comunicación que sueñan con inflar audiencias y bajo la carga emocional de las redes sociales.
El guión se puede enganchar en la pandemia por el coronavirus que nos azota por poco más de dos años, pero esta propuesta de Netflix se basa en la amenaza de un cometa que destruirá al planeta cuando en un tiempo cercano choque con todo.
A la presidenta gringa “trumpiana” (Streep) le vale un sorbete cuando advierten los científicos (Lawrense y DiCaprio), pero algo hay que hacer.
Dada la gravedad del asunto, se vuelcan hacia los medios de (in)comunicación, en este caso representados por un programa de entrevistas que suele ser lo que estamos acostumbrados a ver en nuestras sociedades, donde lo que importa de protagonistas o focos es que arrastren audiencias. En la cinta, sale sobrando si mañana cae el cometa y sucede como con los dinosaurios.
Resta ver la interacción de las redes sociales en medio de la controversia, dada las expresiones de desconsuelo y frustración de los expertos que pretenden que la amenaza sea tomada en serio. En las redes, la “discusión” se centra en la personalidad de los científicos con la descarga de expresiones emocionales, ataques, burlas, memes, en fin, lo que lastimosamente también vemos en la realidad.
La joda sigue en la sociedad, ni a los políticos en ejercicio les importa, ni a la mayoría de la gente enganchada en el teléfono celular. Mucho menos sirve para prestarle atención a través de las plataformas mediáticas, cuya preocupación central es ver la forma en que crece la audiencia con la incorporación de temas que se conviertan en virales en la red de redes.
“Adam McKay ha contruido una película que cumple su propósito. Su versión del fin del mundo no es solo ‘científica’ (hay cálculos, telescopios y cohetes), sino también moral (políticos que engañan y gente dispuesta a morir por esas mentiras”, reseñó el periódico peruano El Comercio.
“Estamos frente a una notable sátira de una sociedad híper-conectada, pero a la vez vacía. Una fantástica oportunidad para –entre hashtags, memes y absurdos challenges– vernos reflejados sin tener la presión extra de saber el tiempo en el que realmente vendrá «un cometa» y acabará con todo esto”, agregó.
Coincide con el fin de un año en que la preocupación central del gobierno de turno ha sido justificar sus acciones políticas controversiales con lo que reza la democracia formal y el estado de derecho, en choques frontales con algunos sectores de la sociedad que también han visto cómo, a pesar de los errores, se mantiene el aval de un alto porcentaje del conglomerado.
Y, como su fuera poco, de la China Popular nos dicen que las relaciones con el gobierno han subido de peldaño y se profundizan, mientras los gringos hacen sus maniobras para desestabilizar al régimen.
Al cierre del 2021, encontramos desde la casa presidencial el derroche de tuits que anuncian como correcta la decisión de haber adoptado a la criptomoneda Bitcóin como moneda de curso legal, a la par del dólar, único país del mundo que ha tomado semejante decisión y que se vende como un desafío camino hacia la sociedad del futuro.
Pero no pueden quedar bajo la alfombra, como algunos quisieran, las imágenes de la tragedia de los hermanos Guerrero, desaparecidos hace meses y luego encontrados sus cadáveres sin que se tenga certeza de sus verdugos, aunque -duele decirlo- parece que nos hemos mal acostumbrado a esa especie de “normalidad anormal” de los crímenes y desapariciones como con la amenaza del cometa que chocará con la tierra en el filme No mires arriba (Don´t Look Up).