Por Héctor Murcia Hernández
Estados Unidos – El sistema de salud en Estados Unidos es único entre las principales economías desarrolladas, ya que se basa predominantemente en aseguradoras privadas y proveedores independientes. Aunque el sistema ofrece servicios médicos avanzados, también enfrenta críticas por su inaccesibilidad y altos costos. La reciente muerte de Brian Thompson, director de la mayor aseguradora de salud del país, ha puesto nuevamente en el centro del debate la estructura y funcionamiento de este complejo sistema.
A diferencia de otros países desarrollados, Estados Unidos carece de un sistema de salud universal. La mayoría de las personas acceden a la atención médica a través de seguros privados proporcionados por empleadores o adquiridos de manera individual. Según datos recientes, cerca del 48% de la población obtiene su cobertura a través de sus empleos, mientras que aproximadamente el 16% permanece sin seguro, exponiéndose a altos costos médicos y endeudamiento.
Los programas públicos Medicare y Medicaid representan un alivio para ciertos grupos, como adultos mayores y familias de bajos ingresos. Sin embargo, estas opciones tienen limitaciones significativas: Medicare no cubre servicios como odontología o medicina preventiva, y Medicaid está restringido por criterios estrictos que dejan fuera a muchas personas vulnerables.
El sistema privado domina el panorama sanitario estadounidense. Aseguradoras como la dirigida por Brian Thompson, cuya reciente muerte ha conmocionado a la industria, desempeñan un papel crucial al negociar con hospitales y médicos. Sin embargo, su enfoque comercial genera problemas como primas elevadas, exclusiones de cobertura y rechazo de tratamientos costosos. Estas prácticas refuerzan las desigualdades y alimentan el debate sobre la necesidad de una reforma estructural.
Los altos costos médicos son una de las principales preocupaciones. Un estudio del Commonwealth Fund revela que los estadounidenses pagan más por atención médica que cualquier otro país desarrollado, pero con resultados menos favorables, como una menor esperanza de vida y una alta tasa de mortalidad infantil. Esta paradoja subraya las ineficiencias del sistema, especialmente para quienes no pueden pagar seguros o tratamientos.
El Obamacare (Ley de Cuidado de Salud Asequible) intentó abordar algunas de estas deficiencias al exigir que todos adquirieran un seguro y prohibir la exclusión por condiciones preexistentes. Aunque la ley amplió el acceso a la cobertura, su impacto sigue siendo limitado frente a la falta de un sistema universal y las resistencias políticas a mayores regulaciones.
La muerte de Brian Thompson no solo pone de relieve los desafíos de liderar una industria tan controversial, sino que también podría marcar un punto de inflexión en el debate público. ¿Es sostenible un modelo donde la rentabilidad de las aseguradoras prima sobre el acceso equitativo a la salud? Este hecho invita a una reflexión más profunda sobre la necesidad de reformas integrales.