Por Diego Recinos
Cientos de mujeres de diferentes nacionalidades se reunieron en la capital sueca para marchar y celebrar el Día Internacional de la Mujer. En el evento, se exigió el cumplimiento de las deudas que el Estado tiene para con las mujeres.
Era una tarde no muy soleada y con un viento frío que recordaba que el invierno aún no se ha ido. Las primeras mujeres en llegar se colocaron al lado norte de la gran plaza ubicada al sur de la estación central de Estocolmo. La hora indicada llegó y el número de mujeres seguía siendo poco. Los preparativos estaban listos. Las autoridades policiales y de seguridad, estaban en posición. El sonido estaba colocado y había ansiedad en el ambiente.
Una a una, con banderas, pancartas, tambores y con su infaltable alegría fueron llegando las mujeres protagonistas del evento. Mujeres, niñas, hombres, animales, todos eran bienvenidos. Una voz interrumpió el bullicio y los aplausos sonaron. «Vivan las mujeres», gritó una mujer en español y de inmediato todas alzaron sus manos. La voz del micrófono era la de una mujer morena, alegre y segura de sí misma. Se dirigió a la muchedumbre y comenzó a ceder la palabra a las diferentes ponentes.
Mientras la plaza se llenaba, poco a poco, con cientos de mujeres, la presencia de las mujeres latinas era notoria. Banderas chilenas, uruguayas, argentinas, y claro, salvadoreñas se hicieron sentir y ondeaban en el cielo azul. Cada uno con su propia lucha.
Entre las asistentes estaba Cristina Valver de Chile. “Para mí, este día, significa luchar por los derechos, en 1906, mi abuela luchó por 8 horas de trabajo y fue una lucha muy sangrienta. Ahora, luchamos porque se terminen los asesinatos y la mujer sea respetada. Pero para eso las mujeres deben despertar”, dijo.
Junto a ella estaba Gilda Córdoba. Ella considera que los derechos de la mujer comienzan a ganarse en el hogar. “Es un homenaje a todas las mujeres que han luchado por lograr un mundo mejor. Por eso, las mujeres deben seguir organizándose y luchando, pues de a poco, vamos ganando espacios. Pero para eso hay que formar conciencia en todos lados, principalmente en la casa, educando a nuestros hijos con una conciencia igualitaria de género”.
Si bien las realidades son distintas, las luchas siempre estarán presentes. Por lo que María Luisa considera que aún en las sociedades de primer mundo hay que ganar igualdad para la mujer. “Hoy es un día simbólico, pero nuestra lucha es día a día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Luchamos por tener un salario, una carrera, por educar a nuestro entorno con un pensamiento igualitario. Pues el sistema ha hecho que hombres y mujeres peleemos. Pero hombres y mujeres somos iguales, somos familia. La mujeres sufren en todo el mundo, No importa el país, en todos lados tenemos que luchar”.
Este mismo sentir mueve a Elizabeth a seguir luchando, pues ella considera alarmantes los altos índices de feminicidios que son problemas sin resolver de parte del estado. “Tenemos que fortalecernos desde el punto de vista organizativo, exigiendo a los políticos tomar decisiones y poner en la agenda el problema de la mujer. Me preocupan los feminicidios y el embarazo infantil y adolescente, es una materia pendiente en toda América Latina. No hay responsabilidad de parte de las autoridades de poner en la agenda ese tema”.
Existe además un tema pendiente, la igualdad económica. Pues a pesar del discurso de las autoridades, la realidad muestra otras cifras. “Desde el punto de vista salarial, hay cifras en Suecia, por ejemplo, una auxiliar de enfermería gana 42% menos que un electricista, esto te dice mucho. Ni hablar en los ámbitos académicos o de dirección”.
Luego de unos minutos comienza la marcha y las mujeres y asistentes se toman las principales calles de la capital sueca. Al ritmo de tambores y consignas, las mujeres no piden permiso e irrumpen con una voz fuerte en nombre de sus derechos. Los transeúntes las ven pasar y graban con sus teléfonos. El mensaje se escucha fuerte y claro. Las mujeres no quieren felicitaciones el 8 de marzo, ellas quieren luchar.