Imagine estar varado por diez horas, en un tramo de carretera de no más de doscientos metros de longitud, para ir a su trabajo o escuela. Este es el calvario que algunos residentes de la franja fronteriza entre Ciudad Juárez, México, y El Paso, Estados Unidos, están viviendo desde hace tres semanas.
Los tiempos de espera han aumentado desde que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) movió a los agentes de Aduanas y Patrulla Fronteriza (CBP) para ayudar a procesar a los miles de solicitantes de asilo que han empezado a llegar a este sector desde finales del año pasado. El alcalde de El Paso, Dee Margo, dijo que los tiempos de espera prolongados del puente probablemente afectarán los ingresos por impuestos a las ventas en El Paso, con menos compradores de México que hacen el viaje a través de la frontera.
Los empresarios locales aseguran que cada día, debido a los retrasos en el transporte de mercancías de un país a otro, le está costando millones de dólares. Las pérdidas son tales que muchas maquiladoras empezaron a optar por mandar su materia prima o productos finalizados por avión, lo que, aunado con los tiempos de espera, aumentarán los precios de las mercancías. Pero, de acuerdo con Luis Aguirre, presidente del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (Index), al menos en El Paso, Texas, ya se agotaron las opciones de vuelos chárter para carga.
Para reducir la incomodidad de los automovilistas atrapados en sus vehículos que intentan llegar al otro lado, las autoridades de Ciudad Juárez han colocado baños portátiles a lo largo de las carreteras que conducen a los tres puertos principales de entrada de la ciudad a los Estados Unidos. Aunque esto pueda significar una pequeña reducción en la incomodidad generada por la situación, los fronterizos exigen una pronta solución a las autoridades de ambos gobiernos.