Dra. Margarita Mendoza Burgos/Colaboradora
Hace una década, la actriz Sharon Stone dio unas declaraciones sorprendentes sobre la maternidad en una entrevista con la revista Vanity Fair. «Tener un hijo es como tener un bolso. Puedes ir a cualquier sitio con él, en cualquier momento, es tranquilo y sencillo. Dos es dulce. ¡Tres, un circo!», confesó.
Recientemente, un artículo del diario español El País retoma ese concepto de “hijos como bolsos” para describir cómo alguna gente, especialmente aquellos famosos, “usan a sus niños como complementos a la imagen pública” en sus redes sociales.
Se trata de esos niños que muchas personas engendran o adoptan, pero más que por amor y vocación lo hacen para agregarse a la lista de lo que debe hacerse en la vida, es decir cumplir una meta y exhibir el triunfo ante el mundo.
La foto de una madre o padre -sobre todo si es una celebridad- con su hijo recién nacido puede ser vendida en exclusiva a una revista del corazón o ser subida a una red social que generará muchas visualizaciones, y en consiguiente mucho dinero.
Por supuesto, eso tiene consecuencias nefastas para los hijos. Primero, porque desde que nacen son expuestos ante la sociedad sin permitirles tener derecho a la privacidad. Se han visto casos de menores que han crecido y han denunciado a sus padres por sacar su imagen en las redes sociales, generando un conflicto familiar innecesario.
Daniel Córdoba-Mendiola, un español que se autodefine como analista de tendencias de referencia, lo explica muy bien con esta frase: «¿Quiere saber cuál es el mejor accesorio de la temporada? Un hijo. Una vez que ya has viajado, que tienes tu carrera y tu estilo de bolso, ¿qué más puedes tener? Un hijo, que se convertirá en el próximo centro de consumo de tu vida».
En el largo plazo, eso puede llevar a la sensación de falta de aceptación, frustración, baja autoestima, tristeza y desamparo. Incluso, son sujetos a que los llenen de prendas de marca y otros lujos para exhibirlos y presumir en las fotos. No hay ningún tipo de legislación para esto, con lo cual la única manera de protegerlos es a través de la concientización, la educación y la cultura.
Lo peor es que esos padres “utilizan a sus hijos” para posar en las fotos, pero no se preocupan verdaderamente por formarlos, responsabilidad que queda a cargo del servicio doméstico. Porque, así como los menores son un complemento ideal para las fotografías, también son considerados “una carga” que interfiere en sus vidas una vez que se apagan las cámaras.