Por Elida Moreno
La ceremonia tuvo lugar en el Campo Santa María la Antigua, ubicado en la Cinta Costera, una extensa franja turística frente a la Bahía de Panamá. Los jóvenes arribaron desde temprano el martes, ataviados con distintivos de sus países y banderas que ondearon por varias horas mientras entonaban himnos cristianos.

La JMJ es relevante para toda Centroamérica por su cercanía entre países, y por el momento convulsivo que vive la región centroamericana, que se ve afectada por un aumento de la violencia, problemas políticos y la crisis migratoria que ha desencadenado caravanas de migrantes hacia Estados Unidos con impacto directo entre los jóvenes.
El arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa remarcó la importancia del encuentro y el liderazgo asumido por los jóvenes para superar los obstáculos que enfrentaron para asistir al encuentro.
“Ustedes frente a todas las dificultades han sabido saltar los escollos y se han querido reunir en este pequeño pueblo, en esta pequeña iglesia, que podemos decir que desde hoy se convierte en la capital de la juventud…”, les dijo el prelado católico a los jóvenes.
Y además agregó: “hablar de jóvenes es hablar de esperanza porque solo el cambio en el mundo, y en la iglesia vendrá de la mano de ustedes”.

Este es un encuentro global, el más importante que realiza la Iglesia Católica. Previo a este evento, los jóvenes evaluaron la situación de los pueblos indígenas y los afrodescendientes, que representan una gran mayoría de la población del continente americano y que aún viven situación de exclusión y discriminación, dijo monseñor Ulloa.
Según el comité organizador, más de 100.000 peregrinos de 156 países se han inscrito para participar en la JMJ, y unos 480 obispos.

Unos 2.500 periodistas están acreditados para realizar la cobertura del encuentro, que cuenta con el apoyo de 20.000 voluntarios panameños y 2.445 internacionales.
Los países con mayores representantes de voluntariado internacional son Colombia, Brasil, Costa Rica, México y Polonia.