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Por Guillermo Mejía

Cada vez más, especialistas y profesionales relacionados con el fenómeno de la comunicación masiva advierten sobre la crisis del modelo tradicional del periodismo, dado la migración de las audiencias hacia el espacio digital, la precaria condición en que ha caído por la ausencia de publicidad y el hecho de no asumir la competencia que representan los receptores activos a través de la red de internet.

De ninguna manera se pretende sentenciar que el periodismo ha dejado de ser una herramienta necesaria para construir ciudadanos críticos, empoderados y educados en torno al derecho a la comunicación e información, ya que sería caer en un error, sino que es urgente ir aceptando que ha dejado de tener el monopolio del quehacer comunicativo.

La profesora argentina Adriana Amado afirma que “los medios son los que menos lo entienden, después vienen los periodistas de más de treinta años y después vienen los periodistas millennials vocacionales o millennials por edad (…) los medios son la institución más conservadora de siempre. De hecho, nunca los medios van a la vanguardia, los medios son eco de las tendencias sociales y siempre lo han sido”.

“Lo que pasa que en una época en que los cambios son tan rápidos y entramos en una vorágine porque la información 24/7, ese ritmo sin parar y sin centro, lo que hace es acelerarlos a la máxima potencia y después se hace el periodismo más antiguo”, agrega la investigadora de comunicación pública que cree que hay que asumir los desafíos, para un periodismo acorde a los tiempos.

Según la profesora Amado, el periodismo es una profesión muy fuerte compuesta por individuos muy frágiles –los periodistas- y “en esa fragilidad es que el periodista sufre todas las tensiones de un sistema que está en transformación (…) es como que tenemos un individuo sometido a grandes tensiones sin asistencia médica”, un personaje precarizado y mucho más que en otras profesiones.

El periodismo ha dejado de tener el monopolio de la comunicación y la información, ya que los ciudadanos hacen uso de su derecho a informar y opinar, especialmente en las redes sociales, incluso los mismos medios de comunicación se ven en la necesidad de contar con esos recursos para exponerlos a través de sus productos informativos, aunque es imprescindible la verificación.

Durante la pandemia por la Covid-19 hemos apreciado la forma en que médicos especialistas fueron materia central en la información de periodistas y ciudadanos, al grado que muchos pasaron de ser entrevistados por los medios a crear sus propios espacios en esos medios o desde la red de internet. Es una información valiosa por fuera de un periodismo chapado a la antigua.

Por su parte, el periodista y profesor venezolano Andrés Cañizález asegura que “el poder mediático ya no es lo que era en América Latina. Los medios tradicionales han perdido influencia en la definición de la agenda y las decisiones políticas, así como relevancia social.

Si bien, algunas empresas que venían de la tradición analógica lograron dar el salto de forma exitosa al mundo digital, lo cierto es que pasaron de ser voces usualmente poderosas y solitarias en sus países a estar insertas ahora en una suerte de torre de babel”.

“Ya no tienen ni la exclusividad en la emisión, ni el dominio del mercado. Han pasado a ser un referente más en un mundo polifónico que es la forma en cómo podrían caracterizarse hoy las comunicaciones masivas, dada la proliferación de emisores, la multiplicación de plataformas para el consumo de noticias o dedicadas al ocio, junto a interacciones directas que difuminan o borran lo que fueron las fronteras tradicionales entre emisores y receptores, en las que se basó el modelo analógico de décadas atrás”, agrega.

Así también cita Cañizález, el informe de la Séptima Conferencia Ministerial Latinoamericana sobre la Sociedad de la Información, de 2022, que estima que la tasa de crecimiento anual del capital invertido en emprendimientos digitales ha sido del 53% en la región, a la vez que –según estudios académicos- entre 2010 y 2014 se creó el 74% de los medios nativos digitales de referencia en América Latina y el Caribe.

Según el periodista y profesor venezolano, al contrario de Europa Occidental, donde se han desarrollado experiencias exitosas (aun con bemoles) de medios públicos, la tendencia predominante en el siglo XX en la región fue el establecimiento de monopolios y duopolios privados que terminaron dominando ampliamente el mercado, cercaron a sus posibles competidores y gozaron de interlocución exclusiva con el poder político.

“En décadas anteriores el poder de los consorcios mediáticos mediatizaba (valga la redundancia) al poder político”, señala Cañizález que menciona a Televisa, en México; Venevisión, en Venezuela; y al grupo Clarín, en Argentina. “Son estampas de un pasado reciente, pero sin duda una fotografía del ayer. Es cosa del pasado el poder del cual gozaron los medios del mainstream económico y cultural para modelar y construir la agenda política”.

Recuerda cuando Hugo Chávez, en Venezuela, sacó del aire en mayo de 2007 al canal RCTV, con el argumento que se había vencido la concesión, pero que fue sin duda una decisión política: “El antes y después que simbolizó Chávez fue el de un presidente que podía gobernar polarizando a la sociedad y enfrentando a los medios masivos de comunicación”, sentencia.

“Los cambios que han tenido y que tienen lugar están representados en los triunfos electorales de figuras como Pedro Castillo en Perú, Nayib Bukele en El Salvador o Gabriel Boric en Chile, que simbolizan nuevas tendencias. Se puede alcanzar el poder, hoy, sin tener el respaldo y la maquinaria de los medios masivos, incluso se puede alcanzar el triunfo teniendo en contra al aparato mediático convencional”, afirma Cañizález.

Consigna que “detrás de sus triunfos, sin duda, está el hastío de esas sociedades, el cansancio ante una clase política que se desconectó de las demandas sociales, por decirlo fácil y rápido. Sin embargo, refleja una nueva realidad, este poder político emergente no está en deuda con el sistema mediático, al menos a simple vista.

Los latinoamericanos apoyan hoy en menor medida a la democracia, según los estudios del Latinobarómetro, que también dejan al desnudo lo que se cataloga de ‘autoritarismo difuso’, el creciente apoyo a un gobierno no democrático si éste ‘resuelve los problemas’”.

El periodista y profesor venezolano señala tras visitas a México y Argentina, y su intercambio con diversos colegas, las siguientes tendencias que, si bien son generales, tienen particularidades en América Latina:

  1. El consumo de información y el tiempo al ocio sucede más en un Smartphone que en la pantalla de televisión.
  2. Los quioscos de prensa –en los países en los que aún sobreviven- comercian chucherías y otras bagatelas ante la ausencia de clientes que masivamente acudan a comprar el diario como otrora.
  3. El latinoamericano promedio entiende que lo que está en internet es gratis. En la región no hay una tradición fuerte de pagar suscripciones por contenidos mediáticos, la excepción está en los casos de contratar el servicio que provea TV por cable o pagar por el propio acceso a internet.

Cañizález cita al Instituto Reuters para el Periodismo: “se prevé como tendencia global una mayor virtualización de los medios de comunicación, tanto en la experiencia de cara al público como en sus dinámicas internas de trabajo con el creciente cierre de salas de redacción y periodistas trabajando desde casa o remotamente.

Los medios en general deberán apostar por sus reinvenciones, y en el caso de varios países latinoamericanos, esto tendrá que ocurrir con un clima económico deprimido y en algunos casos con un poder político adverso”.

Guillermo Mejía, periodista y profesor universitario.