Por Ericka Donis
Belice, el país más pequeño de Centroamérica, conmemora cada 9 de marzo el Día del Baron Bliss, en honor a uno de sus más grandes benefactores. Pero poco se sabe sobre la asombrosa historia de un hombre que pasó los últimos años de su vida en alta mar y que pidió ser enterrado en un faro.
Henry Edward Ernest Victor Bliss, conocido en Belice como «El Barón Bliss», era un inglés, ingeniero de profesión, que se hizo rico en poco tiempo y hasta consiguió un título de barón del reino de Portugal, por herencia directa.
Era un sujeto que amaba el mar. Después de sufrir una parálisis a los 42 años que lo postró en una silla de ruedas decidió embarcarse en su velero, el Sea King, y zarpar hacia el Caribe, donde pasó cinco años pescando en las Bahamas.
Dice la historia que llegó a la costa de Belice en 1926, muy enfermo debido a algo que había comido en la travesía. Desde que se embarcó, nunca pisó tierra firme y le gustaba pasar largo rato mirando la costa desde la cubierta de su velero.
Mientras se recuperaba de su enfermedad en alta mar, entró en contacto con marineros y oficiales que se acercaban a visitarlo los meses que estuvo por allí navegando.
Poco después de su cumpleaños 57, los médicos le dijeron que había enfermado de nuevo y que no le quedaba mucho tiempo de vida, así que llamó a las autoridades de Belice al barco y les habló de su fortuna y su intención de dejarle algo al país.
Después, estableció un fondo de $2,000,000 de dólares, que pidió se utilizaran para impulsar proyectos, entre ellos, la construcción de un enorme faro, con la petición especial que fuera en rojo y blanco.
Ese faro, hoy, es una de las atracciones más visitadas del país y es además, un monumento que recuerda su memoria y su bondad para con Belice, en el que descansan sus restos mortales.
Al Barón Bliss le gustaba la idea de ser sepultado cerca del mar en un obelisco o faro y su deseo se cumplió. Por eso, cada 9 de marzo, día en el que murió, en Belice es feriado nacional y se corre una regata en su honor.