Por Alberto Barrera
Periodismo – Este 11 de agosto hubieras cumplido 70 años, pero hace una década partiste sorpresivamente.
Hoy Ana Leonor Cabrera en tu cumpleaños llegaron recuerdos de cuánto y tanto que compartimos desde que en 1979 andábamos en el ajo del reporteo, vos para Telediario Salvadoreño, noticiero desaparecido y que fundara Carlos Rosas Gaitán (+) y yo para radio Sonora.
Luego en 1982 nos encontramos en la corresponsalía de la agencia de noticias AP y laboramos en esos años duros porque a diario el país era azotado por la violencia y los peligros acechaban.
Recuerdo el caso del mayor Ricardo Pozo, jefe del S2 de la Policía de Hacienda (desaparecida con los acuerdos de paz en 1992), quien iracundo por una nota tuya en mayo de 1983 sobre la negación de la guerrilla de que un capturado era el asesino del asesor estadounidense Albert Schaufelberger, quien era comandante de la marina y segundo al mando del grupo de instructores de Estados Unidos
Escribiste la nota basada en una transmisión de una de las emisoras clandestinas. En un par de días el entonces joven corresponsal y encargado de la oficina de AP en San Salvador Arthur Allen y yo tuvimos que salir del país, porque “estaba incontrolable”, dijeron sus superiores.
Arthur por ser el jefe y yo, ni supe por qué, pero en verdad el militar estaba enojado debido a que se había puesto en duda la eficiencia de la policía política en aquella época. Cada vez que llamaba preguntaba por mí y al acudir a una cita en la sede del cuerpo policial ensañó su enojo conmigo, no me dejaba ni hablar. Salimos del país, yo por corto tiempo, y Arthur tardó un poco más hasta que el oficial fue incluido en una lista para que saliera del país y así llegó a Paraguay.
Cuando ocurrió aquello fue un alboroto en el segundo piso del Hotel Camino Real, hoy Real intercontinental, pero al final todo salió bastante bien, pero los colegas creyeron que quien estaba anotado en la PH era yo y no vos, pero en esa nota no tuve que ver. Al terminarlas carreras nos reímos porque de rebote iba a lograr al menos, quizá, un sopapo o mucho más.
No habíamos olvidado que en marzo de 1982 habían sido asesinados en Chalatenango cuatro periodistas holandeses que un día antes habían sido llamados e interrogados en la PH. En junio anterior, después de 43 años del alevoso crimen un tribunal condenó a 15 años de prisión a tres anciano oficiales que fueron el ministro de Defensa, el jefe de la PH y el comandante de la 4ª Brigada en El Paraíso, donde ocurrió la emboscada.

El caso con el oficial de la policía solo fue una de tantas anécdotas que vivimos en el ir y venir diario de nuestro trabajo durante los más de dos años laborados en la misma agencia y “para aliviar el estrés” en esos primos años de los 80 íbamos al bar el Alazán a unos pasos del hotel en la colonia Miramonte. Acudíamos, entre otros Luis “la Muñeca” Romero, “el Tocayo” mexicano Luis Alberto Albarrán (+) y muchos más. En 1985 me trasladé a la británica Reuters pero seguimos en contacto constante y cubrimos hechos noticiosos.
También íbamos a frecuentes fiestas en las enormes residencias de corresponsales en la Escalón o la colonia San Francisco, o a veces visitábamos algún lugar del tranquilo centro de San Salvador, especialmente el bar “El Paraíso”. Quien recuerda siempre esas giras es Jon Lee Anderson mutuo amigo corresponsal de la revista Time entonces y hoy columnista de The Newyorker” y afamado escritor, su entonces esposa Juanita, Claude Urraca fotoperiodista francés, Albarrán, mi hermano Guillermo y tantos otros colegas que compartíamos la alegría por un día más de labor, a ratos peligrosa, y estábamos vivos. Bromas, chistes y mucho ánimo era la norma pues hasta visitábamos un bar en San Jacinto en el cual se bailaba y era chistoso ver “a los cheles” bailar.
Y no se me olvida tu cumpleaños porque en agosto se organizaban fiestas para celebrar el nacimiento de varios de nosotros.
Celebro tu vida y tu labor como periodista que tuve la dicha de compartir durante muchos años, en los que quedaba tiempo para juntar nuestras familias vos con tu hija Carol Beatriz, Maite Galeano y su hija Michelle, yo y Reina con nuestros tres hijos Iván, Cati y Brenda y el amigo mexicano Miguel Solís a visitar en frescas mañanas dominicales a la Puerta del Diablo a realizar caminatas y comer pupusas.