Por Engelberto Maldonado Pérez
Aunque son países vecinos, Italia y Francia nunca han tenido las mejores relaciones diplomáticas. Sin embargo, desde que el gobierno del populista Luigi Di Maio llegó al poder, esta relación empeoró, especialmente porque el italiano dio su apoyo a los «chalecos amarillos».
Como reacción, el presidente Emmanuel Macron llamó a su embajador en Roma para protestar ante la última acción del líder italiano del Movimiento Cinco Estrellas (M5S). El espaldarazo pudo pasar inadvertido ante la política exterior, sino fuera porque el personaje que retó a la nación elícea, es nada más y nada menos que el vice primer ministro del gobierno italiano.
Desde el verano pasado, el gobierno italiano y el fránces, dos extremas, uno de izquierda y otro de derecha, con definición anti “establisment” frente a la autoridad europea, comenzaron a cruzarse tonos fuertes y adjetivos que no ayudan a la unidad del continente.
Di Maio dio su apoyo público al movimiento de los «chalecos amarillos» el 7 de enero pasado, instándolos a no desmayar en la lucha que sábado a sábado hacen en las calles de las principales ciudades francesas, hasta llegar a reunirse con el líder, Chistoph Chalencon, el pasado martes.
La reacción del ministro del exterior frances, Jean Yves Le Drian, tardó dos días porque se encontraba en Washington para tratar asuntos anti Estado Islámico. Pero al regresar, calificó estas acciones de injerencia en los asuntos internos de Francia.
Di Maio expresó que está en sintonía con el movimiento francés, ya que el pueblo es amigo del M5S, y además agregó que Macron en “numerosas ocasiones ha ofendido a nuestro grupo en el gobierno”. El aliado en el gobierno de derecha y líder de la Lega, Matteo Salvini expresó su deseo de no pelear con nadie, pero frente a Francia “ya han puesto las mejías”, dijo.
Los pleitos entre ambos países incrementaron, debido a la falta de solidaridad de Europa con Italia, en el recibimiento de inmigrantes y el modo de expulsión de los ilegales que intentan atravesar las fronteras hacia Francia, desde territorio italiano.
Salvini, por su parte, acusa a Francia de aplicar controles extremos a los camiones mercantiles que cruzan las fronteras, mientras Di Maio advierte que la ola de inmigrantes subsaharianos es consecuencia de la neocolonización de África, que explota y empobrece a la poblacion.
Francia no pretende retirar a su embajador, pero lo llama para hacer una advertencia al actual gobierno italiano, lo que algunos analistas visualizan como campañas políticas de ambos gobiernos ante las próximas elecciones europeas.