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Una novela «lúcica alegre pero también crítica» ‘Los Poetas del Mal’ en la narrativa de Manlio Argueta

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Entonces, la base central en la narrativa poética de Los poetas del mal parte de la idea de que el narrador es un cronista de su sociedad: tiene como principio creativo la realidad que lo deslumbra o lo minimiza; reacciona con la palabra, y así lo hicimos nosotros, los de la 'generación comprometida'
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Por Dr. Ramón Rivas

Cultura – Hemos celebrado la recién publicada novela del internacionalmente laureado escritor nacional Manlio Argueta, comiendo tamales de gallina. ‘Los poetas del mal’ lleva por título la obra, que de acuerdo al mismo autor se trata de una novela «lúdica alegre pero también crítica».

Y es que las veces que nos encontramos en Los Países Bajos, en sus giras cuando llegaba invitado por universidades europeas, y me refiero concretamente a los años, 83, 84, 86, ya Manlio me hacía referencia a ‘los poetas del mal’.  Me decía que disponía de apuntes y que iba a escribir algo que ya tenía preparado y que se trataba de los poetas del mal, pero no me daba más detalles.

Conversábamos de tantas cosas que hasta nos reíamos de tantas anécdotas que me narraba, como el caso aquel, cuando lo invitaron a Los Ángeles, California a impartir una charla. Sucede que entonces, alguien de los paisanos ahí residentes le pidió encarecidamente que le llevara “cuajada” pero de esa bien fresquita’   y cuando caminaba por el pasillo rumbo a migración, de la bolsa empezó a escurrir el suero del encargo, y de acuerdo al mismo Manlio hasta el perro que llevaba el policía frunció la trompa al hueler aquello agrio y ácido que escurría de la bolsa’, sin imaginarnos, que muchos años después, celebraríamos con tamales y café, su entonces anunciada obra.

 «Es que prácticamente es una novela autobiográfica», me dice. «Somos aquellos poetas de la generación comprometida…, ahí hay tres personajes poetas que yo les pongo otro nombre, pero son personajes que han existido…Somos como una moneda de tres caras y allí comienza una locura, porque no hay moneda de tres caras, es algo inusitado», me dice.

Y es que como él mismo me lo confirmó, «Tres poetas de renombre internacional, «Henri Michó, Rubén Asturias y Pablo Vallejo, deambulan entre la realidad y los ensueños en un mundo propio: ‘La Ciudad de los Poetas Muertos’. Aunque sus vivencias transcurren en distintas partes del planeta, sus existencias están ancladas en una Centroamérica dominada por élites autoritarias.

El título, inspirado en Las flores del mal, la emblemática obra de Baudelaire, anuncia una historia marcada por la crisis que vive el mundo entero enmarcada en la ya tan mascada, globalización, migraciones centroamericanas y los nuevos espacios -y conflictos- culturales abiertos por estos fenómenos que de una sola vez han marcado nuestras sociedades.

Entonces, la base central en la narrativa poética de Los poetas del mal parte de la idea de que el narrador es un cronista de su sociedad: tiene como principio creativo la realidad que lo deslumbra o lo minimiza; reacciona con la palabra, y así lo hicimos nosotros, los de la ‘generación comprometida'» me dice.

«Hay personajes muy buenos, me recalca, a mí me dan risa ahí te vas a dar cuenta leyendo la novela. Dos de nosotros éramos los poetas del mal… pues por todo eso que hacíamos éramos críticos aférrimos del momento».

Manlio Argueta y Ramón Rivas

Y me sigue narrando, «el periodista y escritor Italo López Vallecillos, influenciado por el escritor y filósofo francés Sartre fue quien en la década de los años cincuenta, organizo un grupo de intelectuales y literatos que llevaba por nombre, «Generación Comprometida», era de la idea que los escritores deben tener una conducta social.

Los integrantes del grupo fueron aquellos que escribían en los periódicos de la época (47-50) y entre ellos estaban: Orlando Presedo, Alfaro Menéndez Leal, Waldo Chávez Velazco, Irma Lanzas, Mercedes Durand y Ricardo Bogran, entre otros…

«Pero en 1956, en la Universidad de El Salvador, Roque Dalton, Otto René Castillo, Roberto Armijo, Roberto Cea, Manlio Argueta, Tirso Canales y luego Alfonso Quijada Urías, se unen al grupo. Éramos jóvenes estudiantes con ideas de cambio que en forma escrita y manifestándonos en la calle exigíamos desde la literatura una sociedad más abierta y justa».

Manlio Argueta recuerda que en esa época se publicaban en la Universidad Nacional libros con ediciones hasta de 5 mil ejemplares y más…, lo mismo sucedía con las revistas y periódicos que ellos mismos se encargaban de repartirlos al resto de la sociedad. Se trataba de escritos críticos del momento».

Y mientras tanto he comenzado a leer ‘Los Poetas del Mal’ y el fantasma de aquella época y muchas cosas que suceden en el mundo palpitan como burbujas en el agua, sólo que ahora palpitan en mi cabeza.  Una obra necesaria en momentos modernos como para no olvidar la memoria.

Gracias Manlio, leo tu obra con el deseo de descubrir más de lo que narras y así sucede, luego hablamos.

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