Por David Alfaro
España – El pasado sábado 19 de marzo, llegaron a su fin las “Fallas de Valencia”, celebración por excelencia en la comunidad española, que se realiza cada año, con su tradicional “Mascletà” de cierre en la plaza del Ayuntamiento de Valencia y por la noche la “Cremà de los Ninots”, obras artísticas que son quemadas al final de la semana grande de las Fallas.
Las Fallas suelen mantener un carácter satírico y crítico con temas actuales y cada falla consta de una figura central de varios metros de altura, cercada de otras figuras, todas sostenidas por una armazón de madera, portando letreros que explican el significado de cada escenografía.
Las Fallas son un ritual del fuego, el reflejo de antiguas ceremonias donde las llamas simbolizan la renovación, se queman las cosas viejas para dar paso a las nuevas, al renacer.
Es así, que este año las fiestas de las Fallas fueron recuperadas, después de tres años de excepciones por la pandemia del Covid-19, llenando nuevamente de alegría a los valencianos.
Este año se quemaron 764 obras en toda Valencia, entre las estructuras grandes y las infantiles.
Es impresionante, pasan un año diseñando y construyendo esas obras gigantes, para quemarlos el último día de las fiestas, una de las obras fotografiadas no duró ni 15 minutos en quemarse y así las 764 obras de arte se queman en una noche.
Foto reportaje de la quema de la falla ganadora del primer premio de la Falla de Valencia 2022, con su temática “2030”. Esta falla en particular refleja los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a través de sus escenas naturales. Hadas, animales y criaturas mitológicas son representadas en la escena fallera de este monumento que habla de la acción por el clima, la lucha contra la desigualdad, del acceso al agua, la salud y la educación.