Por Engelberto Maldonado Pérez
Mario Calabrese, periodista italiano, comentando el triunfo de Donald Trump, se preguntaba, “¿Cómo es posible que los migrantes con ciudadanía y por tanto con residencia estable, no sean solidarios con el resto de migrantes?” La inquietud venía ante la valanga de votos latinoamericanos a los republicanos.
El periodista para sostener su opinión refirió una postura de una salvadoreña que argumentó “votaré por Trump porque no quiero que sigan viniendo delincuentes de mi país, de México y de otros países de la región”. Calabrese hizo argumentos acertados para la comunidad de América Latina que vota en EE.UU. Me vino en mente que es igual o casi para tantos latinos aquí en Italia.
Una peruana me decía “mis hijos y yo votamos por Salvini o Melloni, ellos tienen razón en tantas cosas, con tanto inmigrante que está viniendo hasta nosotros estamos afectados.” Giorgia Melloni es la actual primer ministro de Italia y Matteo Salvini uno de los dos vice primer ministro del gobierno en curso. Cada uno está a la cabeza de sus respectivos partidos políticos de extrema derecha que ven en los migrantes la causa de tantos problema, ante todo, delincuenciales.
Un salvadoreño expresó su voluntad de ofrecer algunas de sus horas libres a los policías de migración para identificar pandilleros en el aeropuerto para no dejarlos entrar a Italia. Otra paisana muestra su preocupación por que en la escuela de su preadolescente tiene dos compañeras que expresan con orgullo su pertenencia a pandillas, al igual que sus progenitores.
Según contó tratan de reclutar a su hijo. “No sé por qué dejan de pasar esa gente” comentó. Otra con nacional de una organización de salvadoreños en Italia, alegremente me contaba que la policía de Italia tienen un acuerdo con la de El Salvador para identificar pandilleros y deportarlos. Dicha afirmación no sé de qué fuente la saco. Un joven ecuatoriano me dijo en un sábado soleado de primavera, “esta bonito el día pero no voy al parque porque hay tanto paisano y peruano de mierda que se emborrachan hacen desorden, dejan botellas de cervezas regadas, vidrios rotos y basurero.
No sé por qué no se adaptan. Deberían regresar” remató su comento. Y se siente el sentimiento del pobre pueblo que emigró varios años atrás huyendo de la inseguridad de todo tipo de los “hoyos de mierda” como les llamo Trump a nuestros países. Y probablemente no tendrían ese sentimiento si no fuera porque quien macheteó a un controlador del tren no hubiera sido un salvadoreño.
Si quien acuchilló a otro controlador siempre de un similar medio de transporte no fuera un arabe. Si quienes corren en tren evitando el controlador que verifica el pago de billetes, o discuten en metropolitana, en tranvías y buses con controladores no fueran extranjeros. Estas noticias las repiten una y otra vez medios de difusión partidarios que dan tanta voz a los partidos de derecha extrema con sus diversos exponentes, quienes se contradicen con frecuencia o caen en incoherencias. Los migrantes, no quieren perder la seguridad y tranquilidad conquistada sacrificando desarraigarse del lugar donde nacieron y rehaciendo vida partiendo de cero en otro puesto.