Por María T. Morales
El primer día de trabajo de Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, coincidió con el fatal primer aniversario del surgimiento del también primer caso de contagio por COVID-19 en el país.
Paradójicamente, controlar y frenar la pandemia se convirtió en su primer reto justo cuando ésta ya cobró más de 400 mil vidas, a lo largo y ancho del país, y contagiado a 24 millones 434 mil 283, según la Universidad Johns Hopkins.
En ese contexto, el mandatario, firmó 17 órdenes ejecutivas, entre las que se encuentran la obligatoriedad para el uso de mascarillas en los edificios federales y acelerar el proceso de vacunación a escala nacional.
Con la campaña de vacunación anticovid, el mandatario busca inmunizar por lo menos a 100 millones de personas en los primeros 100 días de su mandato.
Además, nuevamente, la nación estadounidense pasó a formar parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En materia migratoria, el mandatario ordenó la suspensión de la construcción del muro entre la frontera de México y los Estados Unidos.
La búsqueda y reunificación de familias separadas en la frontera por la anterior administración también es otra de las medidas firmadas.
Además, ordenó suspender, por 100 días, las deportaciones de aquellas personas que se encuentran en dicho proceso, lo que abre la probabilidad de que aquellos que hayan cometido faltas leves puedan pensar en una segunda oportunidad para quedarse en el país.
Sobre esta suspensión, expertos en temas migratorios aclararon que la medida no tiene nada que ver con un perdón migratorio.
Además, Biden suspendió las restricciones para ingresar al país, impuestas a turistas musulmanes por la anterior administración.
Asimismo, el mandatario firmó el regreso de los Estados Unidos a los Acuerdos de París y junto a 189 países más, fomentará la lucha contra el cambio climático.
Con la estampa de su firma de estas órdenes ejecutivas, el presidente busca, en cierta forma, rectificar muchas de las controversiales acciones de la anterior administración
En su primer día en la Oficina Oval de la Casa Blanca, el mandatario, prácticamente “arregló” los platos rotos de su antecesor.