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Delegación salvadoreña agradece a Papa Francisco por la beatificación de sacerdotes mártires

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Pese al cansancio por su actividad como máximo representante de la iglesia católica, El Papa Francisco se dio el tiempo de sentir las manos de cada uno de los asistentes en la sala Clementina del Palacio apostólico.
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Por Engelberto Maldonado

Ciudad del Vaticano – Unos 400 salvadoreños, entre ellos decenas de residentes en Italia, fueron recibidos por el Papa Francisco para agradecer la beatificación de los sacerdotes, el franciscano Cosme Spessotto y Rutilio Grande. Al momento del martirio de este último, asesinaron a dos campesinos que lo acompañaban, Manuel Solorsano y Nelson Lemus quienes también fueron beatificados.

Pese al cansancio por su actividad como máximo representante de la iglesia católica, El Papa Francisco se dio el tiempo de sentir las manos de cada uno de los asistentes en la sala Clementina del Palacio apostólico.

Pese a que al acto asistieron todos los obispos salvadoreños el vicepresidente Félix Ulloa y otras autoridades gubernamentales, el discurso papal no abrió con saludos dirigidos a cada uno de ellos.

En su mensaje expresó que la Iglesia no debe ser tibia ante los problemas de la sociedad. «Algunas veces parece que la Iglesia hace activismo, protesta ante los gobiernos, mas no debe hacerlo de manera partidaria, debe ser un activismo evangélico».

El acto de beatificación sucedió el pasado 22 de enero frente a representantes de la iglesia católica donde los cuatro mártires fueron calificados siervos de Dios.

Los dos pastores de la iglesia defendían los derechos fundamentales de la población salvadoreña cada uno con estilos diferentes.

El Padre Rutilio Grande, fue un Jesuita nacido en el Municipio Paisnal que tuvo una amplia formación intelectual y trató de aplicar en su parroquia de Aguilares los principios suscritos en el Concilio Vaticano II.

Su martirio tuvo lugar en la carretera que conduce de Aguilares a el Paisnal, ambos municipios al norte de la ciudad capital San Salvador. El hecho ocurrió el 12 de marzo de 1977 y fue el primer sacerdote en ser asesinado en El Salvador, en medio de una sociedad convulsa debido a las luchas populares que contestaban la injusticia social impuesta desde la colonización y exterminio de la raza nativa.

Mientras tanto el Fray Cosme Spessotto fue martirizado en su parroquia de San Juan Nonualco, mientras meditaba con el misal en manos minutos antes de oficiar la misa de 7 de la noche de un día sábado 14 de junio de 1980.

Padre Spessotto nació en una provincia de la región Veneto al noreste de Italia con nombre de bautismo, Santè. Una vez ordenado sacerdote lo cambió por Cosme para recordar al primer mártir italiano.

Por coincidencia o designio de Dios el padre Cosme decidió misionar en sitios en los que el martirio podía ser inminente pese a oposición materna. Primero deseaba partir a China pero el triunfo de la revolución maoista hizo imposible la labor cristiana en aquel país y fue así como concluyó misionando en Centroamérica.

El fraile se opuso profundamente a la violencia como medio de solución a los problemas sociales y era capaz de acudir a víctimas de ambos bandos sin preguntar de qué parte estaban. Fue un profundo defensor del templo como casa de Dios y por eso evitó la toma de la parroquia por parte de los grupos de izquierda extrema pero también a que los militares tomaran el campanario como posición de francotiradores. 

Los dos sacerdotes estaban comprometidos con la vida de sus parroquianos, pero Grande, daba voz al sentimiento y sueños del pueblo. Así, elevo las peticiones ante el gobierno en momento a en que solicitar la dignidad humana para todos era calificado de comunista por las autoridades y por lo tanto Justa la eliminación.

Grande lo expresó así, «el primer contacto con la gente debía caracterizarse por un encuentro humano; tratar de entrar en su realidad para salir con la realidad común».

El papa Francisco, recordó que «Padre Rutilio fue asesinado cuando iba a encontrarse con su pueblo», y de ese modo recuerda que la Iglesia debe caminar hacia el pueblo.

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