“Es el oficio que aprendimos de nuestros abuelos y ellos lo retomaron también de sus abuelos”

El lugar es considerado la cuna de la Lengua Náhuat que aún muchos de sus pobladores la conservan.

Por Ramón Rivas /texto y fotos

El Salvador – Llegamos el equipo de investigadores de la Dirección de Cultura de la UTEC muy temprano de la mañana. Setenta y tres kilómetros recorrimos desde San Salvador hasta el lugar. La calle estaba en buen estado. 

Así, sin organizarlo previamente, pero con el objetivo de hacer un mostrario de la artesanía del lugar en nuestro Museo, llegamos a un humilde taller en el centro del poblado en donde nos hizo pasar adelante doña Mayra Elisabeth Ramos, luego se unió doña Dionisia García viuda de Ramos, quien dijo ser la madre y abuela de todos los familiares ahí presentes.

Ramón Rivas / Antropólogo

Nos saludó en su lengua materna, el Náhuat y siguió hablando y luego tradujo lo que había dicho: “Es el oficio que aprendimos de nuestros abuelos y ellos lo retomaron también de sus abuelos y este nos ha dado siempre de comer”. 

En un momento la señora nos relató lo suficiente para comprender algo del trajín y logros familiares.

Ahí, en ese espacio de trabajo encontramos lo que buscábamos, y es más, doña Mayra Elisabeth nos hizo una demostración de cómo se trabaja el torno y ya al final de nuestra visita, doña Ana Irma Ramos, quien se definió como ‘comalera’ nos hizo una demostración de cómo ella elabora un comal. Me dijo que por el momento hay en la región unas 20 compañeras que también se dedican a la elaboración de ollas.

Estamos en el poblado de Santo Domingo de Guzmán, un pequeño poblado del municipio de Sonsonate, que limita   con Acajutla, con San Antonio del Monte, con Guaymango y muy cerca con los municipios de San Pedro Puxtla y Santa Catarina Masahuat, pero ya del departamento de Ahuachapán.

El lugar es considerado la cuna de la Lengua Náhuat que aún muchos de sus pobladores la conservan.

Sus pobladores se dedican, casi todos a la producción agrícola, sembrando principalmente granos básicos y tomates. La ganadería es otro rubro de subsistencia y se nota desde la calle los potreros aptos para el pasto de las vacas. Se crían además aves de corral y cerdos en muchos patios de las casas.

La artesanía tiene un gran impulso y elaboran no sólo ollas, comales y cántaros, sino que también artesanía con elementos decorativos hasta cierto punto propios.

Su nombre original es ‘Witzapan’ que en idioma Náhuat significa “Río de las Espinas”, aunque normalmente, según los expertos, el sufijo “-apan” en topónimos suele ser metafórico y solo denotar abundancia, por lo que la traducción más adecuada sería “El Zarzal”. Sus fiestas patronales se celebran en agosto en honor al Santo, “Domingo de Guzmán”.

EL pueblo cuenta con cantones que son El Carrizal, El Caulote, El Zope y El Zarzal.

Hay una escuela en Santo Domingo de Guzmán en la que ahora se enseña Náhuat como segunda lengua.

Su gastronomía son los tamales de gallina, atol de elote, tamales de elote y la sopa de pata, sin faltar naturalmente los frijoles, el arroz y como muy bien me dijo una vendedora de comida en uno de los seis comedores en el centro del poblado, “aquí comemos lo que hay para comer siempre es rico”.

Son de esas visitas en donde uno preguntando y escuchando lo que dice y hace la gente muy pronto se puede hacer una idea no solo de los oficios que entretienen a los pobladores sino también sobre el lugar y la vida de la misma gente.

Yo volveré, sin lugar a dudas a Santo Domingo de Guzmán.

Fotos: Ramón Rivas