Por Ramón Rivas/Antropólogo
El Salvador – Un enorme proceso de recuperación urbana he podido constatar, observando el desarrollo de obras de infraestructura en proceso; calles, inmuebles de carácter civil y estatales, comerciales y religiosos en proceso de recuperación, otros en proceso de construcción. Impresionante ¡
Reconozco el noble esfuerzo que realizan las autoridades municipales con el apoyo del gobierno central y sin olvidar los usuarios y propietarios de los inmuebles.
Me dió la impresión que es un trabajo colectivo liderado por la alcaldía en donde los usuarios comienzan a identificar otra vez aquellos espacios que estuvieron sobresaturados y ahora están liberados de un comercio informal que permaneció por más de tres décadas en esta parte del distrito comercial de la ciudad de San Salvador.
La usurpación había invadido visual y espacialmente, con el uso indebido de la franja de acera vehicular y que anulaba la enorme variedad de arquitectura que todo ese espacio escondía y que ahora se puede apreciar.
El comercio informal había invadido como monstruo que abrazaba y no soltaba todo ese espacio que en mis años mozos se caminaba y se apreciaba libremente la decoración de sus ornamentos que caracterizaban esta tipología arquitectónica elaborada en lámina, concreto, madera, hierro forjado y tejas, entre otros sistemas y materiales constructivos que eran parte de la riqueza que estos edificios mostraban destacando al Palacio Nacional, la Iglesia el Calvario, las plazas y las mismas calles entre otros que de una vez ahora comienzan a recuperar su identidad.
El poder caminar en ese nuevo ambiente de recuperación urbana fue gratificante, ya que muchos recuerdos se cruzaron por la mente y no deja de crear una sensación de confusión.
Caminamos por el átrio de la Iglesia El Calvario donde hasta hace unas semanas se ofrecían a la venta todo tipo de amuletos para la buena y mala suerte, pero también lugares que fueron ocupados antiguamente por delincuentes, en eso de la confusión del comercio informal siendo hoy espacios donde libremente se puede circular.
Sin embargo, caminar sobre esas calles da la sensación de un nuevo y urgente plan de uso urbano, considerando que una cultura del desorden no desaparece de la noche a la mañana.
Ninguna sociedad ha nacido predestinada al sufrimiento y al desorden impuesto por gente que nunca ha reconocido el orden, siendo una cultura muy bien definida y establecida a lo largo de muchos años en nuestro país y que ya se había hecho ley, la ley del más fuerte.
Naturalmente en todo esto ha influido, a lo largo de muchos años la presencia de intereses políticos y de grupos antisociales organizados que con sus manifestaciones llegaron a instaurar una cultura de apropiación indebida y violencia.
Aplaudo la decidida actuación de las autoridades de turno. El país en general, y me refiero a ciudades, pueblos y villas urgen de planes de ordenamiento urbano, pero también urge educar a nuestra gente.
Y es que quien exige debería de facilitar los medios y recursos para llegar pronto a implantar una cultura del buen entendimiento y respeto mutuo.
En el recorrido, me acompañó mi buen amigo y colega el arquitecto Oscar Batres y ya en la calle me encontré con el periodista Néstor Martínez, quien luego de un fraternal abrazo, ya varios años sin vernos, preguntó qué hacíamos y yo le dije hacemos un recorrido a la ciudad con el fin de retornar a aquellas escenas históricas de la ciudad que pudimos observar hasta inicios de la década de los años setenta.
Era en aquellos tiempos en que la ciudad era bonita y atractiva en su conjunto. «Me apunto y los acompaño», dijo Néstor y emprendimos el recorrido en algunas de las calles de la ciudad.
Visitamos la Catedral Metropolitana y luego la cripta de monseñor Romero, estuvimos sobre la fachada oriente del Palacio Nacional, desde donde se puedo observar el desarrollo de la obra constructiva que se realiza en el predio que ocupó el antiguo Banco Hipotecario y posteriormente la Biblioteca Nacional, demolida para el desarrollo de la obra en proceso, la nueva Biblioteca Nacional.
También se logró apreciar la impresionante arquitectura de línea gótica externa e interna de la Iglesia El Calvario, pero también la obra constructiva del Nuevo mercado edificado en el espacio que ocupó el famoso estacionamiento del Hula, Hula.
El identificado distrito comercial de San Salvador mantuvo la presencia de edificios simbólicos caracterizados por su tipología arquitectónica construida por la presencia de migrantes que desde su llegada impulsaron el comercio en este sector de San Salvador.
San Salvador es mucho más de lo que nos imaginamos, San Salvador tiene mucho para descubrir, San Salvador es historia, San Salvador fue, ha sido y será un espacio de convivencia, pero San Salvador requiere de una cultura de mutuo entendimiento.
Personalmente considero que vamos por el buen camino, pero aún falta mucho, lo importante es que ya se inició.
Fotografías del centro histórico de San Salvador, en recuperación. Fotos/ Ramón Rivas