Por Guillermo Mejía
Opinión– La sociedad contemporánea se caracteriza por la facilidad del convencimiento y la manipulación de los seres humanos por parte de los que ejercen el poder, fenómeno agudizado por la presencia de los recursos digitales, especialmente las redes sociales, que ocupan el lugar privilegiado que antes ostentaron los medios de comunicación colectiva.
Ya sea en un país como el nuestro, donde los estrategas del marketing político han logrado con éxito sostener la simpatía de la mayoría de la población hacia la figura del presidente Nayib Bukele y su gobierno, pese a medidas controversiales, como en otras naciones del mundo, es evidente el adormecimiento colectivo.
“Antes se decía que el cuarto poder eran los medios de comunicación, pero para mí hay un quinto poder que son ahora mismo las redes sociales”, afirmó el escritor y militar español Pedro Baños, especialista en geoestraegia internacional, al referirse al problema desde la perspectiva del conflicto Rusia-Ucrania y la participación de Estados Unidos y la OTAN.
En esos espacios es “en donde actúan, y de manera cada vez más activa, tanto los ejércitos como los servicios de inteligencia, precisamente para intentar imponer sus narrativas y también para condicionar a todos los usuarios. Pensemos que cada día en el mundo se conectan a alguna red social más de 4.000 millones de personas, por tanto, el interés en condicionar a todas esas personas es masivo”, agregó.
¿Vivimos en una aldea global ya en todos los sentidos?, preguntó el Diario de Ávila, de España, y él contestó: “Totalmente, queramos o no estamos completamente entrelazados unos con otros, sólo pensemos en lo que significa algo tan sumamente novedoso y que nunca había existido como es esta hiperconexión que permiten los medios, lo cual hace que estemos viviendo lo que sucede en la otra punta del planeta prácticamente como si lo tuviésemos aquí al lado”.
A la vez, hay que tomar en cuenta, según él, que “también hay otra característica novedosa que es lo que yo denomino la aceleración de acontecimientos, que vemos que todo se precipita y, por tanto, es muy difícil hacer un pronóstico a medio plazo porque se puede cambiar de la noche a la mañana”. Y, para el caso, nadie pensaba que Rusia iba a invadir Ucrania y ocurrió… “o pensábamos que en ese caso de producirse sería algo muy corto que se resolvería en días, y llevamos prácticamente un año”.
A partir de la aventura de la guerra a lo largo de la historia, “pues no aprendemos nada porque los seres humanos al final estamos sometidos o condicionados por nuestras pasiones, nuestras emociones, nuestros pecados capitales, y uno de ellos clarísimamente es el ansia de poder”, advirtió Baños, para quien un estratega lee a Maquiavelo, y luego reinterpreta y actualiza sus consejos en la obra El Príncipe.
Lamentó el experto español que muchos de sus conciudadanos avalan un involucramiento mayor de su país en la guerra en Ucrania, dado que no conocen los horrores de la guerra, ante lo cual “los ciudadanos tenemos que exigir que no nos lleven a aventuras bélicas que en muchos casos no tienen nada que ver con los intereses de verdad de nuestro país ni de nuestros conciudadanos. Ahí tenemos que ser muy exigentes, y tenemos que tener los ojos muy abiertos, porque nunca ha sido tan fácil como ahora convencernos y manipularnos”.
También, lamentó que en la sociedad contemporánea se ha instalado un “estado de apatía” en beneficio de las élites, una falsa democracia, que “en realidad es una ilusión de democracia la que estamos viviendo, precisamente por esa capacidad de condicionarnos no solamente ya a través de los medios de comunicación tradicionales, sino muy especialmente a través de las redes sociales”, dijo.
Baños añadió: “Hay que pensar que la televisión convencional, y eso lo podemos ver en las estadísticas del año 2022, se ve cada vez mucho menos, y que sobre todo los más jóvenes lo ven todo a través de las redes sociales y de otras plataformas, y por lo tanto ahí hay un interés masivo para condicionar a las poblaciones a través de esos nuevos medios”.
Por otro lado, señaló la presencia del miedo como recurso que se utiliza desde el poder, y que “es uno de los mejores sistemas para controlar a las poblaciones, porque cuando tú tienes miedo y alguien te ofrece que, a cambio de cederle tu libertad y tu seguridad, o al menos una parte de ellas, él te garantiza que va a acabar con eso que a ti te produce miedo, evidentemente te entregas a él en cuerpo y alma”.
“El miedo ha sido tradicionalmente un gran controlador social, lo sigue siendo, y además hoy se utiliza con gran maestría”, sentenció Baños.
La pregunta elemental es ¿qué pueden hacer los ciudadanos ante tal panorama?
Baños consideró: “Lo primero es que tenemos que ser muy críticos, dudar de toda la información que nos llega, intentar abastecernos de información de fuentes muy variadas, porque la crítica es al final la que nos ha hecho sabios, como decía Descartes. También hay que tener en cuenta que cuando hay una noticia que nos emociona mucho debemos dudar de ella porque a lo mejor es totalmente intencionada; y asimismo, debemos ser conscientes de que no podemos perder nuestros valores fundamentales, en el sentido de que en una democracia los ciudadanos debemos ser los que llevemos la batuta, y para llevar la batuta lo que tenemos es que empezar por elegir a verdaderos líderes que se preocupen por la sociedad, que no se preocupen por su propia supervivencia o la de su partido político, porque necesitamos al mejor al timón de nuestra nave, una nave que si no puede correr el riesgo de chocar contra los arrecifes”.
El recurso del miedo
Para profundizar más sobre el recurso del miedo, creo importante exponer algunas reflexiones del profesor argentino Federico del Rey Lennon que en el ensayo “Credibilidad, miedo y comunicación”, incluido en la última edición de la revista académica Comunicación y Hombre (Madrid, 2023), sostiene que las noticias dramáticas, que instalan la sensación de miedo, siempre apuntan a un culpable.
“Este sujeto es presentado como una persona abyecta, cruel, egoísta, insensible, las más de las veces fea y, en todos los casos, muy distinta al ciudadano común que recibe la información. Y son estos sujetos malvados los que son transformados en chivos expiatorios, tanto por la opinión de los expertos panelistas de programas de opinión de TV y radio como por la palabra de los influencers, que pueblan los medios sociales digitales, y así se instalan los culpables de los miedos en la conversación popular que circula por las redes sociales”, afirma.
“Se los acusa de ser en gran parte los responsables de todos los temores de la sociedad, ya sean estos producto de la naturaleza o de las anomalías de la salud corporal. Y esos influencers, sostiene Han (2022), son ‘venerados como modelos a los que seguir. Ello dota a su imagen de una dimensión religiosa’, por lo cual se los cree con la fuerza de la fe”, añade.
De acuerdo con el académico argentino, el advenimiento del a sociedad mediática, la hegemonía de la TV y el poder de la imagen, la digitalización, la sociedad en red y el mundo virtual desideologizó a la sociedad y le impuso nuevos códigos. De esa forma, existe un mapa prefabricado de la sociedad contemporánea donde la incertidumbre, la volatilidad de todo lo material nos coloca en la plataforma del riesgo permanente.
Según él, “Para poder llegar a este nuevo auditorio, sobrecargado de información, los medios digitales se ven empujados a destruir el discurso racional determinado por la cultura del libro y producen una mediocracia, como la denomina Han (2022). Se entremezclan así los contenidos en formatos divertidos, lúdicos, la teatralización de la política, en la que importa más la perfomance del actor que el contenido, y la comunicación afectiva”.
El ciudadano en general, pues, es presa fácil de los encantadores de serpientes.