Por María T. Morales
Aquel silencio que siempre te caracterizó, pero que no siempre fue comprendido, era la antesala para ganarte el cariño de muchos en un mundo donde no todo es color de rosa, pero sí apasionante: El Fotoperiodismo.
Por lo mismo, hoy que entregas tu vida, ese silencio que guardabas, se convertirá en el grito por demandar protección para aquellos colegas que día a día se enfrentan al COVID-19, y que, expuestos a esta cruda realidad, se están contagiando por doquier.
Tus historias, tus andanzas por aquel mundo apasionado del fotoperiodismo, las guardaremos siempre como un legado de alguien, cuya humildad, le hizo ganar amigos, premios y reconocimientos; reconocimientos que nunca se te subieron a la cabeza.
Por allá, a lo mejor en Alemania, Holanda, México, Estados Unidos, alguien, de seguro que te está llorando al saber de tu partida.
Gracias por tu alma de niño travieso, enamorado de la vida, de las salvadoreñas y de las extranjeras que un día sucumbieron ante tus dotes de caballero romántico y silencioso.
Sin pensarlo, mucho menos imaginarlo, la última plática que tuvimos fue un Adiós aquel día en que hablamos de nuestra querida guerrera: la “negra” Doris Molina (Q.D.D.G)
Ya sea en la guerra, operativos, en “desmantelamientos” de bandas, en la asamblea legislativa, en los tribunales o en manifestaciones, donde quiera que nos pusiera la bendita “pauta” diaria, Franklin Américo Rivera, “Meco” siempre estuviste en primera línea.
En primera línea, también alzaremos la voz para demandar protección a nuestros colegas quienes, como vos, por cumplir una misión, se ven expuestos a esta pandemia, que hoy nos hace llorar al ver tu partida querido Meco.