
Por Yaneth Estrada
Tras romper el bipartidismo (derecha e izquierda) imperante por tres décadas, en su primer discurso como presidente de la República de El Salvador, Nayib Bukele del movimiento Nuevas Ideas recalcó que «ahora el poder está en sus manos, en las manos de todos».
Asimismo, enfatizó que «para dejar atrás los errores del pasado tendremos que pagar un precio. El precio de la justicia, del trabajo, de la paz y la reconciliación. El precio de mirar al futuro sabiendo que lo que viene es más grande pero que debemos conquistarlo juntos».
Además, entre sus principales ejes de trabajo para el próximo quinquenio mencionó la inversión en el futuro, «inversión pública e inversión en el rescate del talento salvadoreño» .
También recordó que como su padre le enseñó, «la justicia es para todos o no sirve, que la honradez es poder mirar de frente a cualquiera, me enseñó que hiciera lo que hiciera, que pasara lo que pasara, siempre tendría que estar del lado del pueblo», dijo Bukele.
Datos importantes
Nayib Bukele Ortez, es el presidente número 46 de El Salvador que tomó posesión este 1 de junio en la plaza Capitán General Gerardo Barrios o plaza cívica en el centro histórico de San Salvador.
Bukele, hijo de padres palestinos, es un reconocido empresario, que saltó a la palestra política en 2012 como alcalde de Nuevo Cuscatlán, quien asume la presidencia a los 37 años de edad, convirtiéndose en el presidente más joven de la región centroamericana. En la ceremonia estuvieron presentes 7 mandatarios y 35 delegaciones de todas partes del mundo.
En su discurso, el mandatario hizo alusión a una nueva página que debe escribirse en la historia de la nación, reiterando el cumplimiento de sus promesas de campaña. “Nos comprometimos a pasar la página de la posguerra, nos comprometimos a hacer un mejor El Salvador y a garantizar el bienestar social para el pueblo salvadoreño. Hoy vine acá para cumplir esa promesa”, sostuvo.
Durante el acto solemne, Monseñor José Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador, destacó la valentía del pueblo salvadoreño evidenciada en vidas como la de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, obispo asesinado en la década de los 80. “Un pueblo que ha sufrido durante su historia injusticia social y violencia”, señaló el prelado, quien manifestó que ningún pueblo merece verse enfrentado a migraciones forzadas.
Este es un tema pendiente de la saliente administración, que no reconoció el desplazamiento forzado, producto de la violencia que según cifras oficiales ronda las 23 mil muertes violentas por año.
La violencia criminal que vive El Salvador obligó a más de 235,700 personas a desplazarse forzosamente durante el año 2018, de acuerdo una encuesta de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas UCA. En este sentido, datos de ACNUR señalaron que un 42% de las familias movilizada internamente por violencia tuvieron que abandonar sus viviendas.
El reporte continúa detallando que solo el 36% de estas familias poseen viviendas en sus lugares de destino. Esto no es solo el reflejo del impacto de fenómenos de desplazamiento, sino también de los retos económicos que enfrentan estas familias una vez movilizadas, que incluyen el alquiler de vivienda, la ocupación de terrenos baldíos o la acogida con familiares.