En Panamá, existen aproximadamente 260 especies de anfibios, de las cuales cerca de un tercio se encuentran amenazadas, y algunas han desaparecido debido a diversas circunstancias
Entrega especial por: Nayeli Williams
Panamá – Un equipo de profesionales panameños lidera una batalla silenciosa y urgente: salvar a los anfibios del abismo de la extinción.
Utilizando técnicas pioneras de reproducción, científicos no solo preservan especies críticamente amenazadas, sino que también descubren nuevos métodos que podrían cambiar el curso de la conservación nacional y global de anfibios.
Con cada huevo cuidadosamente fecundado en su laboratorio, surge una nueva esperanza para la biodiversidad de Panamá, donde los sonidos de las ranas vuelven a resonar como un eco de vida y resistencia.
Orígenes
Las principales amenazas para los anfibios, en orden de prioridad, son: en primer lugar, la destrucción de hábitats; en segundo lugar, el cambio climático; y en tercer lugar, las enfermedades infecciosas, entre las que se incluye la quitridiomicosis, causada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis.
El doctor y científico Abel Batista, manifiesta que recientemente se declararon dos especies extintas, una es la Rana Arlequín de Chiriquí (Atelopus chiriquiensis), que vivía en el bosque entre la provincia de Chiriquí y Boca Del Toro y la rana venenosa esplendida (Oophaga speciosa) que vivía en la Reserva Forestal de Fortuna en Chiriquí
Debido al estado crítico de muchas poblaciones y especies de anfibios en su medio silvestre, y a las amenazas en aumento, se han establecido los centros de cría en cautiverio En Panamá existen dos, la Fundación Centro de Conservación de Anfibios del Valle, que cuenta con 1800 individuos , pertenecientes a 8 especies críticamente amenazadas, siendo la más representativa la rana dorada (Atelopus zeteki), la rana arlequín variable (Atelopus varius), rana arborícola lemur (Agalychnis lemur), y la arborícola coronada (Triprion spinosus).
El otro programa de cría en cautiverio es el Proyecto de Rescate y Conservación de Anfibios de Panamá (PARC) del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, ubicado en el área de Gamboa. El proyecto cuenta con 13 especies de anfibios, entre ellas, 5 especies de las ranas arlequín: Atelopus varius, Atelopus zeteki, Atelopus glyphus, Atelopus certus y Atelopus limosus, la rana arborícola lemur (Agalychnis lemur), la arborícola coronada (Triprion spinosus), la rana dardo de Vicente (Oophaga vicentei), la rana dardo de Géminis (Andinobates geminisae), la rana marsupial cornuda (Gastrotheca cornuta), la rana oxidada de goma (Strabomantis bufoniformis) y la rana desvaneciente (Craugastor evanesco), las cuales suman unos 2,000 (dos mil) individuos adultos, además de los juveniles y los renacuajos.
Estos espacios desempeñan un papel crucial en la conservación de especies amenazadas y en la investigación científica. Su rol, básicamente, es rescatar animales de especies que se encuentran críticamente amenazadas para atraerlas a un sistema de cautiverio donde se asegure su preservación y su continuidad.
Jorge Guerrel, gerente del proyecto PARC, manifiesta que todos los animales que se encuentran en cautiverio deben contar con un ambiente controlado. Este caso, no es la excepción; se hace necesario proporcionar un entorno controlado donde los científicos pueden estudiar el comportamiento, la biología y la genética de las ranas sin las variables incontrolables del entorno natural. Específicamente, se debe tratar de simular las condiciones ambientales más importantes para el desarrollo y supervivencia de las ranas.
Los anfibios reposan recintos de vidrio debidamente equipados con sistemas de riego con rociadores especiales, desagües, luz ultravioleta B, luz blanca y plantas; a su vez, deben contar con un ciclos de 12 horas de luz y oscuridad.
Para iniciar con el proceso de reproducción se requieren al menos 20 parejas (macho y hembra) de cada especie para, de esta manera, garantizar el pie de cría.
Al momento de rescatar las ranas, se les mantiene en condiciones estrictas de cuarentena por 30 días para verificar que no se encuentren infectadas con el hongo quítrido o para tratarlas en caso de infección positiva. Ya habiendo realizado tratamientos antifúngicos a los individuos y garantizado su buen estado de salud, se procede a colocar a estas ranitas en un tanque con características semejantes a su medio natural, mientras se espera que se dé el evento reproductivo.
El Dr. Roberto Ibañez, director local de este proyecto, expresó, que las ranas del género Atelopus tienen modo de reproducción acuático que comparten con muchas especies. “Ponen sus huevos dentro del agua de los arroyos del bosque, de los cuales salen renacuajos que se desarrollan en el agua. Después que ocurre la metamorfosis, aproximadamente después de 3 meses, las ranitas salen del agua y viven en ambientes terrestres, en donde crecen y desarrollan”, destacó.
En tanto, el modo reproductivo de otras especies, como las especies de ranas dendrobátidas, es diferente, ya que los huevos son puestos en ambientes terrestres, cuidados por uno de los padres, que después transportan a los renacuajos en su espalda y los depositan en cavidades con agua.
“En algunas especies incluso, la madre regresa a depositar huevos no fecundados para alimentar a los renacuajos. Otras especies de ranas, incluso no tienen etapa de renacuajo, o sea tienen un desarrollo directo. De los huevos salen ranas diminutas”, dijo.
Cabe destacar que todo lo mencionado anteriormente debe replicarse dentro del centro, con el objetivo de crear un escenario lo más natural y semejante posible al medio silvestre.
Este arduo trabajo requiere de inversión de tiempo y también de dinero. En este caso, el Dr. Ibañez expresa que el costo de esta operación de conservación oscila los de $750,000 anuales.
Inmerso en el bosque
Otro sitio dedicado a la conservación de anfibios es la Fundación Centro de Conservación de Anfibios del Valle, ubicada en el Hotel Campestre del Valle de Antón, provincia de Coclé. Este espacio se dedica a la investigación, cría y conservación de varias especies de ranas en peligro de extinción. Además, desarrollan programas de manejo genético para asegurar la diversidad genética dentro de las poblaciones en cautiverio.
Su ubicación es crucial, en la provincia de Coclé, justamente en el lugar donde, hasta aproximadamente 15 años, reinaba la tan conocida y ahora casi extinta rana dorada. Este anfibio fue reportado en áreas como El Copé, que es parte del Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera, un lugar que ofrece un hábitat adecuado para la especie debido a su bosque nuboso y ríos de corriente rápida.
La fundación se localiza a una hora de camino, en una zona de gran altitud y con un clima fresco. Allí cuentan con un laboratorio que reúne las condiciones necesarias para replicar el entorno natural.
Edgardo Griffith, presidente de esta fundación, informó que hace algunos años en el área de El Valle de Antón se contaba con alrededor de 62 especies de ranas; ahora, si acaso, se contabilizan unas 20 en campo.
El centro cuenta con un equipo de biólogos que, con el apoyo de veterinarios, trabajan en monitorear la salud y tratar cualquier enfermedad en los pequeños animales. De igual manera, conscientes de la importancia de la educación, la fundación también se enfoca en la investigación para mejorar las técnicas de cría y en la educación pública para aumentar la conciencia sobre la importancia de los anfibios y su conservación.
Diariamente, estudiantes de varios puntos del país realizan giras de trabajo en las instalaciones, con el fin de conocer la historia de la ausencia de las ranas y comprender el valor de estos esfuerzos de conservación.
Griffith menciona que la acción conjunta es prioritaria. Universidades y organizaciones de varias partes del mundo, especialmente de Estados Unidos, han mostrado interés en desarrollar iniciativas centradas tanto en la protección del anfibio, como en la recaudación de fondos para la prolongación de nuevas iniciativas.
El científico panameño destaca que desde su fundación se han realizado proyectos con el Zoológico de Maryland en Estados Unidos, con quien mantienen conversaciones para aumentar la variabilidad genética de la rana dorada; esto se lograría por medio de cruces entre las especies que se encuentran en el zoológico y las que están en este centro. Por el momento, ambas partes trabajan en el cuidado y reproducción responsable de los anfibios, para, en un futuro, lograr el cruce y una posible reintroducción.
Griffith afirma que en zoológicos y acuarios de Canadá y Estados Unidos hay cerca de 2 mil ranas doradas en cautiverio; la idea es que estas puedan ser reintroducidas tan pronto el ambiente en Panamá esté óptimo para su supervivencia.
Sean Murphy, socio de Griffith, trabajó en el Binder Park en Battle Creek, Michigan, Estados Unidos. Él explica que hay muchos países involucrados en programas de reintroducción, aunque la mayoría de ellos parecen centrarse en la megafauna, que tiende a ser grandes mamíferos como elefantes, rinocerontes, jirafas y animales de ganado.
En estos momentos, colabora con Griffith en la obtención de fondos para la ejecución de proyectos de conservación en el país. Al igual que el científico panameño, coincide en que algunas de las limitaciones de la reproducción asistida ocurren principalmente con la mano de obra, la financiación y la falta de apoyo suficiente de los gobiernos para recaudar dinero de forma independiente y financiar estos proyectos de conservación.
“Una vez que se llegue al punto de reintroducción, se debe contar con el apoyo no solo de los gobiernos, sino también de las comunidades que los rodean, para asegurarnos que estamos estableciendo lugares seguros para que estos animales puedan ir y que las corporaciones o malas prácticas no los arruinen, como la urbanización o la contaminación”.
El costo anual de este proyecto es de 50 a 70 mil dólares; por lo que es necesario buscar fondos externos.
Desde el 2005 hasta la fecha, se estima que en este espacio se han reproducido más de 1,500 individuos desde la etapa de huevo a adultos. Además, Griffith ahonda en que el promedio de vida de un anfibio en cautiverio es de 10 a 12 años.
Panameña que marca precedentes
En el caso de que las ranas no se reproduzcan naturalmente, se realizaría un proceso de mayor complejidad y de más exigencia científica y tecnológica: las técnicas de reproducción asistida.
La Dra. Gina Della Togna, investigadora panameña, especialista en anfibios, es la única persona en el país, dedicada a ejecutar esta práctica y afirma que los anfibios son animales muy sensitivos a los estímulos externos, es decir, dependen de cambios particulares en el microclima que les rodea. “Fluctuaciones pequeñas de temperatura, luz, humedad, son las que desencadenan toda la cascada hormonal que lleva a los procesos reproductivos; en cautiverio es muchas veces difícil emular estas micro condiciones, por lo que hay especies no se llegan a reproducir”, explicó.
Las distintas formas de desarrollar este proceso altamente científico son:
- Estimulación con hormonas exógenas: Se administran hormonas artificiales como la hormona liberadora de la gonadotropina (GnRH) y hormona coriónica gonadotrópica humana (hCG) a las ranas para inducir o sincronizar sus ciclos reproductivos.
- Fertilización in vitro: Se desarrollan protocolos de estimulación hormonal para obtener y fertilizar gametos fuera del cuerpo en un entorno controlado. Posteriormente, se mide la tasa de éxito reproductivo.
- Criopreservación para bancos genómicos: Consiste en congelar gametos (espermatozoides) en nitrógeno líquido a -196°C para su almacenamiento a largo plazo y su uso en otras técnicas.
Una vez se fertilizan los huevos, se da seguimiento a los renacuajos y juveniles que sobreviven el proceso de metamorfosis. Los juveniles son transferidos a tanques de vidrio y se incorporan a la población en cautiverio.
Solo en PARC, se han desarrollado técnicas de reproducción asistida, que actualmente se han aplicado para aproximadamente 7 de las 13 especies que se encuentran en el centro, incluida la rana dorada.
Se estima que han nacido más de 3 mil ranas mediante reproducción natural en cautiverio en este centro, y aproximadamente 80 a través de reproducción asistida.
El poder de la ciencia
El método científico es clave durante estas técnicas, la Dra. Della Togna detalla que se genera primero una hipótesis en la cual, se asume qué hormona actuará mejor que otra, de igual manera se verifica si se utilizarán réplicas controles a través de los cuales se hacen comparaciones de los resultados. También se utilizan análisis estadísticos por los cuales se comparan las diferencias estadísticas que reflejan qué tratamiento es mejor que el otro.
Datos que alarman
John Cleghorn, biólogo, especializado en reptiles, afirma que los anfibios son reguladores de plagas, controlan las poblaciones de insectos, como mosquitos y otros artrópodos que pueden ser vectores de enfermedades como el dengue y la malaria. Destaca que al mantener el equilibrio ecológico, los anfibios contribuyen tanto a la salud pública, como a la estabilidad de los ecosistemas.
En tanto, Yineska Otero, estudiante de biología, explica los anfibios que se encuentran en bosques de altura media y alta, son más vulnerables al hongo. “Esto se debe a que el hongo es favorecido por la humedad de nuestros bosques y es inhibido por el calor de nuestros hogares. La exposición prolongada al sol permitió que cierto grupo de ranas sobreviviera a la quitridiomicosis, ya que algunos animales han descubierto que las altas temperaturas mitigan los síntomas”, aclaró.
Según la Segunda Evaluación Global de Anfibios (GAA-2), existen 11 especies amenazadas en Panamá Central, en su mayoría causada por el hongo patógeno (Batrachochytrium dendrobatidis) y la pérdida de su hábitat.
Otero manifiesta que en el caso de la comunidad de El Chocó, provincia de Darién, se identificaron 81 especies amenazadas, en gran medida por la pérdida de su hábitat, seguido por la enfermedad y el cambio climático.
En cuanto a los anfibios de tierras altas, 76 especies se encuentran amenazadas, principalmente por la pérdida del hábitat, seguido de la enfermedad. Además, estas zonas del país son las que tienen el mayor porcentaje de anfibios amenazados por el cambio climático, con un 17%.
Futuro complejo
Con la fragmentación de sus hábitats y la amenaza del hongo quítrido, el destino de estos anfibios parece incierto. No obstante, más que un refugio seguro, los centros de conservación de ranas son fundamentales para la investigación y la reproducción controlada de especies vulnerables. Sin estos esfuerzos meticulosos y dedicados, no solo se perdería a estos anfibios, sino también el valioso equilibrio ecológico que ellos ayudan a mantener.
La ciencia desempeña un papel crucial en estas acciones, permitiendo la aplicación de técnicas avanzadas y un entendimiento profundo de las necesidades biológicas de estas especies. Esto se complementa con los esfuerzos incansables de los científicos, quienes representan un rayo de esperanza en un mundo donde tantas especies luchan por sobrevivir.
En un futuro complicado, estos pequeños anfibios se convierten en símbolo de resistencia y de la importancia de la conservación, recordando que aún puede haber una diferencia significativa para preservar la biodiversidad panameña y del planeta.