Católicos reciben a los Reyes Magos

Foto VD: Rosy Figueroa.
Por Rosy Figueroa

Algunos países donde predomina la religión católica, celebran cada 6 de enero el Día de los Reyes Magos. El simbolismo detrás del pasaje bíblico que habla de la visita de tres reyes al recién nacido Jesús y sus padres, representa el reconocimiento del mundo pagano de su salvador.

En los países de Europa que celebran esta tradición, los que más esperan con ansías este día son los chicos, pues reciben regalos y las familias se reúnen para compartir una cena y para cortar la famosa Rosca de Reyes.

Los obispos de la Iglesia Católica reciben a los Reyes Magos. Foto VD: Rosy Figueroa.

Esta tradición coincide con la antigua tradición de la Epifanía y se manifiesta desde 1336. En Italia, uno de los países en los que esta, es una gran celebración, se realiza un desfile que atraviesa el corazón de la ciudad de Milán, desde la plaza del Duomo, hasta la Basílica de Sant’Eustorgio.

La mayor atracción para grandes y chicos es la forma en la que se presenta la tradición. El desfile cuanta con pastores, damas y caballeros, vestidos de la época, que hacen el recorrido a caballo. Los Tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltazar, son los principales personajes del día.

Foto VD: Rosy Figueroa.

En Barcelona, los reyes llegan al puerto de la ciudad y luego, recorren las calles en un espectáculo singular.

En América, en cambio, no todos los países adoptaron la tradición. En Latinoamérica, se conoce la celebración, pero en algunos países es un día normal. En México en cambio, se acostumbra también partir la Rosca de Reyes, que tiene un bebé escondido en el medio.

Foto VD: Rosy Figueroa.
Foto VD: Rosy Figueroa.

Cientos de años después, la leyenda narra que los Reyes Magos, después de la muerte de Jesús, sintieron la necesidad de regresar a Jerusalén. Ahí se convirtieron en mártires y fueron sepultados, los tres en la misma tumba.

Más tarde, sus restos fueron encontrados por Elena, la madre del Emperador Constantino I, El Gran jefe del imperio Romano de Oriente, y los llevó desde Jerusalén a la iglesia Santa Sofía de Constantinópolis.