El Izalku, emblemático volcán, otrora “Faro del Pacífico” que nos identifica como parte de nuestra nacionalidad. Foto: Cortesía.

Por José Eduardo Cubías Colorado

Dejar el país voluntariamente, en busca de mejores oportunidades para ejercer la profesión puede entenderse como un  exilio emocional, en busca de mejores condiciones de vida, de un mejor ambiente laboral y familiar (aspiraciones comunes, a nivel regional, antes de la pandemia). 

En lo personal, deseo que hayan encontrado tiempo y espacio para atender el llamado de la vocación y realizarse profesionalmente.

Sé que no ha sido nada fácil adaptarse a lo establecido en otros  países; las leyes, el idioma, las costumbres, condiciones laborales, la comida, han sido valladares que han tenido que superar, para luego ejercer la profesión y poner en alto el nombre de un pueblo trabajador como es El Salvador.

Sé que extrañan este terruño y que la nostalgia les invade, más de alguna lágrima rueda por sus mejillas,  así es, cuando se está lejos, es cuando más se quiere y se anhela estar en el suelo natal, lo digo porque lo he sufrido en carne propia.

Ánimo buena gente de la Diáspora, de la Diáspora Salvadoreña. Se les  recuerda con cariño, admiración y respeto.

Reciban un fraternal y solidario saludo de Navidad y Año Nuevo.