¡De la mitología de Cuscatlán! Cipitín ” o ” Cipitiyo “Un personaje deformado por la Post-Modernidad

Tanto la " Sihuanaba ", como " Cipitín " pertenece a la Mitología de Cuscatlán y forman parte de nuestras tradiciones como historia contada oralmente por nuestros ancestros. (Imagen cortesía con fines ilustrativos)

Por Eduardo Cubías

El Salvador – Es común ver en los desfiles bufos que anuncian el comienzo de las fiestas patronales de nuestros pueblos y ciudades al ” Cipitiyo “, formando pareja con la “Sihuanaba”, para la alegría de la gente, Los personajes se han deformado en las fiestas populares.

Pero, tanto la ” Sihuanaba “, como ” Cipitín ” pertenece a la Mitología de Cuscatlán y forman parte de nuestras tradiciones como historia contada oralmente por nuestros ancestros.

El artista José Rolando Menéndez ha desmitificado a ” Cipitín ” convirtiendo su imagen en un personaje protagonista de historias que agradan a los niños, con canciones y danzas retomadas de la vida de ” Cipitín “.

Artista José Rolando Menéndez

Este personaje luce un gran sombrero, tiene una gran panza y usa ” caites ” campesinos. Tenía poderes mágicos sobrenaturales con su frase “Mata tero, tero la “. Sus canciones son muy alegres y les gustan a los niños. ” Cipitín ” estuvo mucho tiempo como programa de la Televisión Educativa.

El escritor salvadoreño Miguel Angel Espino, en su obra           ” Mitología de Cuscatlán “, nos habla de ” Cipitín ” de la siguiente manera:

“Así es la ” Sihuanaba estaba loca, la habían visto riéndose a carcajadas, correr por la orilla de los ríos y detenerse en las pozas hondas y oscuras., ” Cipitín ” emigró a las montañas y vivió en una cueva que había en la base de un volcán.

Hace ya mucho tiempo, han muerto los abuelos y se han rendido los ceibos, y ” Cipitín ” aún es bello, todavía conserva sus ojos negros, su piel morena de color canela, y todavía verde y olorosa la pértiga de caña con que salta los arroyos.

Han muerto los hombres. se fueron los topilzines, canos están los suquinayes, y el hijo de la ” Sihuanaba ” aún tiene diez años, Es un don de los dioses ser así. Siempre huraño, irá a esconderse en los boscajes, a balancearse en las corolas de los lirios silvestres.

” Cipitín ” era el numen de los amores castos. Siempre iban las muchachas del pueblo en la mañanita fría a dejarle flores para que jugara, en las orillas del río. Escondido en el ramaje las espiaba, y cuando alguna pasaba debajo, sacudía sobre ellas las ramas en flor.

Pero…, es necesario saberlo, ” Cipitín ” tiene una novia, Una niña pequeña y bonita como él. Se llama ” Tenancín “, un día ” Cipitín ” montado sobre una flor, se había quedado dormido. ” Tenancín andaba cortando flores. Se internó en el bosque, olvidó el sendero, y corriendo perdida, por entre la breña, se acercó a la corola donde ” Cipitín ” dormía, lo vio, el ruido de las zarzas despertó al ” Cipitín “, que huyó saltando las matas.

Huyó de flor en flor cantando dulcemente, “Tenancín ” lo seguía, después de mucho caminar, ” Cipitín ” llegó a una roca sobre las faldas de un volcán, los pies y las manos de ” Tenancín estaban destrozados por las espinas del izcanal.

” Cipitín ” toco la roca con una vara de shilca, y una puerta de musgo cedió. Agarrados de las mabos entraron, uno después de otro. ” Tenancín ” fue la última, El musgo cerró otra vez la caverna, y no se les volvió a ver. Su padre erró por los collados y algunos días después murió, loco de dolor. –

Cuentan que la caverna donde ” Cipitín ” y ” Tenancín ” se encerraron estaba en el volcán de Sihuatepeque (cerro de la Mujer). sitiado en el departamento de San Vicente.

Han pasado los tiempos. El mundo ha cambiado, Se han secado ríos y han nacido montañas, y el hijo de la ” Sihuanaba aún tiene diez años. No es raro que esté montado sobre un lirio, o escondido en el ramaje, espiando a las muchachas que se ríen a la vuelta del río.

¡Oh el ” Cipitín !, Guárdate de sus miradas que encienden el amor en el pecho de las adolescentes.

El mito de la ” Sihuanaba ” y ” Cipitín ” son leyendas engarzadas, tanto como la relación de madre e hijo, por ende, ambas leyendas se complementan, ya que una nos lleva a la otra.