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Inmigrafobia en la frontera

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La posible llegada de miles de inmigrantes centroamericanos a la frontera entre Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas, está despertando sentimientos encontrados de miedo, compasión, indignación y desprecio.

Por Diego Murcia

El Paso, Texas. El pasado 28 y 29 de octubre, autoridades representantes de los tres niveles de gobierno de los Estados Unidos, en El Paso, realizaron simulacros de defensa ante un ataque ficticio en los puentes internacionales. Policías y personal de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), cerraron por un par de horas las vías de acceso que conducen desde Ciudad Juárez a esta ciudad. El cierre cayó por sorpresa a las centenares de miles de personas que son inspeccionadas a diario por agentes fronterizos en este punto. Los cierres fueron hechos con bardas móviles de color naranja, rellenas de arena, y decenas de encapuchados portando armas de grueso calibre. Todo ello ante la mirada atónita de ciudadanos, residentes de ese país, visitantes y solicitantes de visas que aguardan a un costado del paso peatonal de los puentes de cruce internacional donde se han refugiado los migrantes que han logrado llegar hasta este punto.

Las autoridades estadounidenses, en un comunicado de prensa publicado el pasado 28 de octubre, explicaron que se trató de entrenamientos rutinarios y que estos no tenían ninguna vinculación con la posible llegada de miles de migrantes a suelo norteamericano. Sin embargo, un despliegue de tal magnitud no se veía en la frontera desde que ocurrieron los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Foto: Luis Hernández.

Frontera militarizada

El Departamento de Defensa estadounidense anunció la misma semana de estos entrenamientos, en los que desplegará a por lo menos 5 mil 200 soldados en activo en la frontera con México, para fortalecer la seguridad en estos cruces. El despliegue sucede previo a la campaña electoral, antes de las elecciones legislativas que tienen lugar a principios de noviembre, como respuesta al viaje de una caravana de migrantes centroamericanos que se dirige al norte desde México.

Desde hace dos días, las fronteras de Texas, Arizona y California se empezaron a llenar de alambre de púas, vallas y miles de soldados fuertemente armados para custodiar territorio estadounidense. La operación «Faithful Patriot» (Patriota Fiel) desplegará en estos tres estados entre 5 mil y 15 mil militares, según la orden presidencial emitida a finales de octubre por el presidente Donald Trump.

El despliegue es la primera de varias medidas que Trump ha estado considerando desde hace semanas, que también incluirían emitir un decreto que prohíba temporalmente el ingreso de cualquier persona de Centroamérica al territorio estadounidense, incluso personas que estén en busca de asilo o refugio.

Foto: Luis Hernández.

Así los recibe Juárez

Según una publicación en el sitio oficial de “Médicos sin Fronteras”, Juárez es una de la cinco rutas que las caravanas de migrantes, que se han venido fraccionando desde su ingreso a México, podrían seguir para llegar a Estados Unidos.

Las otras vías son: de Tapachula a Tierra Blanca; de Tierra Blanca a Querétaro; de Querétaro a Ciudad Acuña; de Querétaro a Tijuana

En la Ruta Noreste, de Querétaro a Ciudad Acuña, Piedras Negras, Laredo Reynosa y Matamoros se tienen 13 albergues; en la Norte, de Querétaro a Puerto Palomas, seis; mientras que en la Noroeste, de Querétaro a Tijuana, son 22, siendo la que concentra más espacios de este tipo.

Empero, la frontera de Juárez (Chihuahua)/El Paso (Texas), ya empieza a sentir la presencia de migrantes en porcentajes que no suelen ser los acostumbrados. Desde hace ya varias semanas, más de un centenar y medio de personas provenientes de Cuba, Guatemala, Brasil, Rusia y curiosamente también de Finlandia se han apostado en uno de los cuatro puentes fronterizos que hay en esta zona, en espera de poder pedir asilo al gobierno estadounidense.

Esta es una de las estampas diarias con la que se encuentran, en especial los estudiantes y los residentes fronterizos que cruzan de un país a otro. “Ayer vi que tenía a un bebé de ocho meses completamente lleno de varicela”, comentó Alejandra Téllez, estudiante de enfermería que de Juárez cruza a El Paso dos veces a la semana. La madre de la criatura, asegura Téllez, no se mueve de ahí para no perder su turno.

Esta es la misma respuesta que Rogelio Pinal, director de Derechos Humanos de Ciudad Juárez ha recibido en sus visitas al Puente Internacional Paso del Norte, donde la mayor parte de migrantes se ha apostado. Pinal les ha invitado a dejar de acampar en la intemperie y les ha ofrecido cama y comida en La Casa del Migrante que la ciudad tiene para atenderles.

Pero la respuesta que le han dado es que no desean perder su oportunidad de recibir asilo político en el vecino país, pese a estar marcados con números en sus manos. Otra de las razones que acompañan a esta negativa es el hecho de que la llegada de migrantes no cesa y algunos de los recién llegados se cuelan en la fila a la fuerza.

Para colmo, junto a las brigadas de socorristas de Cruz Roja y personas altruistas que les llevan a diario comida a los migrantes, también se han hecho presentes personas forradas de tatuajes de presuntas pandillas locales que les están llegando a ofrecer “trabajo” con el narco. Todo esto ocurre ante la mirada atónita de los transeúntes y autoridades tanto mexicanas como estadounidenses. Por ahora, no hay reportes de que alguien haya aceptado dichas ofertas.

En las redes sociales ya empiezan a circular memes de rechazo hacia los migrantes que arriban a esta frontera. La gran mayoría de ellos retratan a grupos de poblaciones que, hasta antes de la llegada de los centroamericanos, hacían burlas entre sí por las migraciones internas de los propios mexicanos. Ahora, las frases: “Torreoneros, Veracruzanos y Juarenses…, unidos contra la caravana”, con un fondo de personajes de la serie Game of Trones; o una estampa donde el presidente mexicano Enrique Peña Nieto sale disfrazado como Donald Trump, prometiendo construir un muro en la frontera sur y obligar “a Guatemala a pagar por él”, son la comidilla de los juarenses. En medio de estos, hay residentes locales que abogan por ser solidarios con los extranjeros, mientras que otros empiezan a acusarles de ser los causantes de robos y saqueos en casas, en especial en la zona cercana a la Casa del Migrante.

En otro punto de la ciudad, las largas esperas ya empiezan a hacer mella en el ímpetu de algunos de los migrantes que imposibilitados por sus compañeros, empiezan a buscar formas alternas de llegar al otro lado. Las estampas de veintenas de migrantes, hombres, mujeres y niños, caminando a la orilla de la franja fronteriza, ante la mirada de los agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense, se han vuelto cotidianas. En estas épocas del año, este cruce se vuelve uno de los más peligrosos debido a que las represas de agua provenientes de Nuevo México suelen ser descargadas para evitar sobrepasar la capacidad de recolección y esa agua termina en los canales paseños, mismos que los migrantes intentan cruzar, muchas veces de forma fallida y con resultados fatales.

Foto: Luis Hernández.

Iglesia católica en alerta máxima

Las comunidades religiosas católicas están en modo de emergencia. La curia ha habilitado refugios en ambos lados de la frontera debido a la llegada de estos nuevos migrantes, pero también debido a que el gobierno de los Estados Unidos, ha sobrepasado por las excesivas cantidades de migrantes detenidos en sus albergues, y se ha visto obligado a liberar espacios para poder procesar a nuevos detenidos.

Rubén García, director de la Casa Anunciación, uno de los albergues apostados en El Paso para recibir a todos los migrantes posibles, conoce esta situación de primera mano. “Esta es la tercera oleada de migrantes que hemos visto en los últimos dos años; claramente es la oleada más grande hasta ahora. Todas las familias de refugiados que están siendo soltadas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE) o CBP están siendo recibidas por una red de centros temporales ubicados en Las Cruces y El Paso. Estamos trabajando con 15 iglesias diferentes y cada día recibimos una cuenta de individuos que van a soltar y le informamos a migración cuáles son los centros a los que pueden ir. Ahorita estamos recibiendo alrededor de 350 refugiados; por día algunos días se acerca a 400 refugiados”, explicó.

García es un eslabón más dentro del sistema migratorio que ha levantado la Iglesia Católica en ambos lados de las fronteras mexicana y estadounidense. Ellos compiten, mano a mano, con las autoridades estadounidenses que buscan deportar a toda costa a los recién llegados. Desde el momento en que un migrante es capturado en la frontera, ambos bandos buscan encontrar las herramientas legales necesarias para iniciar la deportación o detenerla.

Durante meses, los inmigrantes se encuentran rebotando de un centro de detención a un refugio, hasta que en algún punto, por falta de espacios o de edificios donde resguardar a estas personas, sumado al millonario gasto que representa al gobierno el mantenerlos en los centros de detención, son liberados. Eso no significa que sus procesos de deportación se han detenido; sin duda, al gobierno le es más fácil monitorear a aquellas personas que han sido procesadas que aquellas que recién ingresan al sistema.

Foto: Luis Hernández.

Golpe a la economía fronteriza

Un cierre indefinido de la frontera significaría un gancho al hígado de la economía no solo fronteriza, sino estatal y federal. Por poner un ejemplo, casi cinco millones de empleos en los Estados Unidos dependen del comercio con México… y toda esa mercancía pasa por los puentes internacionales.

En una publicación de diario.mx, publicada el pasado 31 de octubre, Alejandro Sandoval Murillo, presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) en Ciudad Juárez, señaló que el cierre de los puentes internacionales, aunque sea por cortos períodos, afecta la actividad transfronteriza.

“Definitivamente habrá un impacto y es una situación a la que nos vamos a tener que enfrentar, si no se ven otras alternativas”, mencionó el funcionario mexicano.

En 2015, las exportaciones de mercancías al mundo desde las 388 Áreas Metropolitanas Estadísticas (MSAs) que componen el mercado comercial estadounidense totalizaron $1.33 billones, con exportaciones de mercancías de áreas «rurales» por un total de $172 billones de dólares adicionales.

En conjunto, los EE.UU. exportó $1.5 trillones en mercancías y $751 mil millones en servicios en 2015. En ese mismo año, El Paso, TX, se ubicó como el mayor exportador de México con exportaciones por un total de $21.1 mil millones.

Esto, de acuerdo con datos del Centro Wilson, del Instituto México, posiciona a El Paso al frente de Detroit ($17.3 billones), Houston ($15.9 billones), Los Ángeles ($11.1 billones) y Chicago ($8.4 billones), por lo tanto sería uno de los más afectados con esta medida.

 

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