Varios miembros de la comunidad salvadoreña radicada en Suecia acompañaron la tarde de este sábado el desfile del Orgullo LGTBI en la ciudad de Estocolmo. Hoy, caminaron sin miedo y libres, tras llegar a un país que les acepta como son. Con la esperanza de que en su tierra natal, pronto exista la equidad y el respeto.
Por Diego Recinos
El día soleado y el calor que cubría a la capital sueca, era lo único que hacía emanar los recuerdos de su tierra, a varios salvadoreños que estaban a la espera del inicio de una marcha. Por lo demás, todo era parte de una utopía soñada años atrás. Un lugar lleno de respeto, amor, igualdad, inclusión y alegría.
La marcha inicia su recorrido, cobra vida, la música suena en cada rincón de las calles donde el mar de personas pasa. Hay saludos desde las aceras y sonrisas solidarias. Niños, adolescentes, adultos, perros, ancianos, mujeres, hombres de toda raza y religión, de todo color y clase social ondean banderas de la diversidad.
En medio de aquel carnaval de colores y música, está María Rivera, originaria de San Juan Opico, quien tiene tres años de vivir en Estocolmo. “En nombre de todos mis amigos marcho yo hoy, porque un día sean libres”. Para ella, han quedado atrás los años de sufrimiento y de discriminación. Pero no olvida. “La situación es complicada en El Salvador, sus derechos no se respetan, no son incluídos, no son tratados como personas, sufren. Los matan, los violan y nadie hace nada”, reflexiona con nostalgia.
La situación de María es menos dramática hoy, en un país que la acepta y la incluye. “Me siento feliz porque aquí se respeta. En El Salvador, ni puedes hablar ni decir nada y si lo haces, puede haber consecuencias para ti”.
Al lado de María, ondeando una bandera azul y blanco, se encuentra Ana de Echeverría. Ambas están sonrientes y conscientes de lo afortunadas que son al caminar en libertad y sin temor a ser ultrajadas por su apoyo a la comunidad. “El estado sueco es muy abierto, sus políticas son respetuosas hacia los derechos de la comunidad. Queremos dar visibilidad y mostrar nuestra solidaridad y respeto”. Un cambio abismal a lo que vivieron en su pequeño país centroamericano. “En la sociedad salvadoreña hay mucha discriminación. En la vida cotidiana, en la calle, en los lugares de trabajo, en los centros de estudio. Se nos olvida que todos somos ciudadanos, todos tenemos derechos”.
Ana de Echeverría, como Embajadora de El Salvador en Suecia, ha conocido de primera mano muchos casos de salvadoreños que han buscado asilo y protección en suelo nórdico. “Hay varios casos de discriminación y han venido por asilo humanitario. Hay organizaciones y te apoyan”. Sin embargo, está consciente de que para combatir el problema, se necesita hacer cambios dentro de la conciencia colectiva de la sociedad salvadoreña. “Nosotros como familia debemos construir unidad, inclusión, para no maltratar a las personas”.
Mientras el desfile sigue su marcha, más salvadoreños se suman a la caravana. Otros, la acompañan desde la aceras y otros, muchos, que no pudieron asistir, sueñan con una sociedad más civilizada e inclusiva.