Periodista dominicano presenta su libro “El ojo del hechizo”

Redacción Voz de la Diáspora

El proceso de escritura y publicación de un libro es una tarea similar a la de un parto, por eso su culminación ha de ser festejada como si se tratase del nacimiento de un hijo. Hoy, las letras dominicanas están de fiesta no solo por el nacimiento de este hijo, sino por lo que este libro viene a significar en términos de ilustración popular, para el concierto de matices culturales que en sus diferentes facetas impregnan la cotidianidad de nuestro hacer social.

Pocas veces en la literatura dominicana y universal, al menos hasta donde conocemos, se había registrado la publicación de un libro de cuentos teniendo en su totalidad como eje único la temática de la magicoreligiosidad.

Sabemos que se han publicado novelas y cuentos aislados sobre esta línea literaria, pero debemos ser justos y reconocer que, dentro de su ámbito, estamos hablando de un texto de naturaleza impar.

En este manojo de extraordinarias historias, Luesmil Castor, con sutil delicadeza recoge de principio a fin, la voz de una narrativa en donde las creencias populares son las protagonistas y en esa misma dimensión son estas las que toman el discurso narrativo para decir su verdad. La verdad de que no por ser mágicoreligiosas están exentas de realidad, sino que, todo lo contrario, han tenido la realidad como único punto de partida u origen.

Es por ello que animamos a los lectores a procurar ver en cada pieza narrativa la realidad que, tal vez desde el espectro de una manera distinta de decir las cosas, se oculta detrás de ese lenguaje llano, a veces informal y coloquial, pero que se hace presente como una voz propia en sí misma.

Es así, que aquí bien vamos a encontrar historias que algunos podrían decir haber escuchado que algo parecido le sucedió a algún familiar o relacionado, y esto así, porque se trata de historias cercanas y conocidas. Son nuestras historias de todos los días.

Y es que Castor, basado en investigaciones, cuando no, en levantamientos directos hechos a los protagonistas, que como se observa, es gente común de nuestros campos y barrios, recupera unas narraciones que a veces por ser tan conocidas casi no les damos valor e importancia y sin embargo, Castor las trae de la oralidad, a la escritura con una fuerza vital que al leerlas o escucharlas de nuevo nos sorprenden, nos impactan y espantan, dejándonos en todo el cuerpo el mágico escalofrío de un febril estremecimiento.