Redacción Voz de la Diáspora
Francia – Por tercer día consecutivo, Francia ha vuelto a ser testigo de disturbios y altercados en las grandes ciudades tras la muerte de Nahel, un joven de 17 años. En Nanterre, a las afueras de París, ha habido una nueva jornada de protestas y fuertes disturbios tras la muerte del menor disparado por un policía el martes, cuando trataba de detener su coche.
Nahel M, de 17 años, murió en el suburbio parisino de Nanterre el martes 27 de junio después de que le dispararan por negarse a pararse en un control de tráfico. Nahel conducía un vehículo y trató de escapar a un control policial, cuando fue disparado por un agente en Nanterre, en el departamento de Hauts-de-Seine, en la región de Isla de Francia.
Nahel era hijo único criado por su madre, trabajaba como repartidor de comida y jugaba al rugby. Su proceso educativo fue descrito como “caótico”. Se matriculó en una universidad en Suresnes, no lejos de donde vivía, para formarse como electricista. Quienes lo conocieron afirman que era muy querido en Nanterre, donde vivía con su madre, Mounia, y aparentemente nunca conoció a su padre. Su historial de asistencia a la universidad era pobre. Pero no tenía antecedentes penales.
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El Gobierno de Francia ha desplegado 40.000 policías y gendarmes para tratar de impedir las protestas que se han producido en las dos últimas jornadas. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, dijo que el despliegue de las fuerzas del orden hoy será cuatro veces más importante que el de la pasada noche. El ministro insistió en que “los disturbios no tienen nada que ver con lo ocurrido en Nanterre” y que los ataques que se han producido contra los agentes la pasada noche o contra edificios públicos son “absolutamente inaceptables”.