Ana María González / Voz de la Diáspora
Mauricio Ávalos, de 52 años, emigró junto a su familia a Suecia desde El Salvador en el año 2000. Uno de sus sueños siempre fue realizar muchas aventuras con sus hijos Jorge y Cris. Esta es una de ellas.
Su travesía comenzó un miércoles a las 6:00 de la tarde, desde la estación central de Estocolmo, en donde tomaron un tren que los llevaría a Kiruna el día siguiente.
Al llegar a la ciudad, se trasladaron al hotel donde realizarían su viaje de 292 kilómetros en automóvil hasta la ciudad más cercana, que es Karesuando y que está a 110 km de Kilpisjärvi; Es el pueblo finlandés desde donde se comienza la aventura cuando se visita Treriksröset, ya que es el punto en el que se cruzan las fronteras de Suecia, Noruega y Finlandia.
El trifinio se encuentra en 69°03′35.9″N 20°32′55.1″E. El nombre significa: «montículo de las tres naciones» y se conoce como tal por el montículo de piedras erigido en el lugar en 1764. Este es el punto más septentrional de Suecia y también el lugar más occidental de la Finlandia continental.
El monumento actual, que fue construido en 1926, es una piedra troncocónica hecha de hormigón, situada a unos diez metros de la orilla del lago Goldajärvi. Llegaron al trifinio a las 10:00 de la noche, aún con rayos de sol.
En Suecia, los días de verano son largos y particularmente en Kiruna no se oculta el sol en junio y julio.
Ávalos junto a sus hijos coronó su travesía con éxito y en la cumbre mostró la bandera de El Salvador para dedicársela a todos los salvadoreños por el mundo, en el monumento donde se unen los tres países escandinavos.
Después de su gran aventura para llegar a Treriksröset, condujeron 292 kilómetros de regreso y descansaron un día para tomar fuerzas y realizar el viaje más largo hacia su gran meta: el Monte Kebnekaise, la montaña más alta de Suecia.
Los tres salvadoreños iniciaron su viaje temprano rumbo a Nikkaluokta, que se encuentra a 65.2 kilómetros de Kiruna. Dejaron su vehículo y caminaron en medio de bosques, árboles y hermosa vegetación con dirección al lago glaciar Láddjujávri, donde tomaron un bote para poder descansar los pies.
El viaje en barco tiene una duración de unos 20-30 minutos, tiempo en el que se recorre una distancia de seis kilómetros. Al desembarcar, caminaron ocho kilómetros y medio hasta la estación donde se acampa antes de comenzar a ascender.
Escalar el Kebnekaise puede tardar entre 10 y 14 horas, el sendero occidental es el más común, tiene unos 20 kilómetros de longitud y durante el trayecto se disfruta de una hermosa vista entre montañas glaciares, renos, alces, cabras y ríos provenientes del deshielo, con agua fresca la cual puedes beber; además de montañas de piedras e infinidad de paisajes.
Para Ávalos, llegar a la cima significó una gran aventura, donde sus fuerzas lo abandonaron por unos momentos, pero eso no fue obstáculo y siguió a su meta, la cual disfrutó con sus hijos mayores.
A la vez, celebró el nacimiento de su tercer hijo, Emmanuel; y la bienvenida a su primer nieto, de quienes llevaron fotografías a la montaña para inmortalizar así la llegada de los salvadoreños a la parte más alta de Suecia.
Para finalizar, Ávalos comparte una reflexión para los hermanos salvadoreños: “La vida es como una gran montaña, que uno ve el pico más alto desde abajo, pero para llegar vamos a tener que atravesar muchos obstáculos, cansancio, inseguridad alegrías y tristeza o querer ver atrás y no seguir, pero no hay que darse por vencido en todo lo que empezamos, porque al llegar nos vamos a sentir ganadores de haber corrido la carrera y
haber ganado la buena batalla y siempre primero poner los ojos en Dios”.